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Rebelión en el «top manta»
La Policía teme un brote de violencia entre los «manteros». Alerta de la presencia de grupos jóvenes muy violentos con nuevas técnicas para evadir los controles de los agentes
Un centenar de vendedores callejeros se concentran en la Puerta del Sol en protesta por la muerte de un senegalés en Salou. La Policía Municipal alerta de que las agresiones de este colectivo a los agentes se han duplicado en la capital
Los agentes de la Policía Municipal de Madrid temen un efecto imitación entre los manteros de la capital tras los incidentes sucedidos los días posteriores a la muerte de un senegalés en Salou en el marco de una redada de los Mossos. Los enfrentamientos entre estos vendedores ambulantes, en su mayoría de origen subsahariano, y los agentes policiales están calando entre los vendedores ambulantes de la capital y se teme que los habituales altercados que se producen cada vez que se realiza una requisa a este colectivo se intesifiquen aún más. Y es que, según denuncia el secretario de la Coalición Sindical Independiente de Trabajadores-Unión Profesional (CSIT-UP), José Francisco Horcajo, el número de atentados contra agentes de la autoridad se ha duplicado en los últimos meses debido a la presencia de nuevos grupos de «manteros» subsaharianos más agresivos. «Ahora han entrado grupos más violentos, gente muy joven pero que en sus países de origen han participado en guerrilas; ex combatientes que no tienen nigún miedo a agredir a un agente policial aquí», asegura. Las quejas de los policías que tratan con estos colectivos se han intensificado y temen que puedan agredirles de forma más grave. «Los agentes temen que tarde o temprano pase aquí algo parecido a los altercados de Salou», sostiene Horcajo.
Por ejemplo, cuando ven llegar a la Policía –están instalados sobre todo en distrtito Centro– ahora, además de recoger la manta con los productos (los más fornuidos son quienes cargan con bolsos y artículos más pesados), tratan de embestir a algún viandante vulnerable (niños o ancianos) para que el agente que les persigue tenga que priorizar y atender antes al ciudadano en apuros que perseguir al infractor.
Al parecer, según explican los agentes que siguen a estas mafias desde hace años, entre los «manteros» que operan principalmente en la capital cabría hacer dos distinciones: los veteranos, inmigrantes más mayores que solían vender música y películas piratas; y los grupos nuevos, que venden falsificaciones de ropa y complementos. «La competencia ahora es mucho mayor, son muchos más que antes y venden menos», por lo que entre ellos suelen estar más crispados al haber visto reducido mucho sus ingresos. Aún así, estos nuevos grupos formados por subsaharianos mucho más jóvenes suelen repartirse ganacias y pérdidas; es decir, si a uno de ellos le quita la Policía todo lo que iba a vender, ese día, reparten las ganancias que han hecho los demás entre todos. Otra de las inquietudes de los agentes es que el colectivo lleva un tiempo mejorando sus técnicas de vigilancia y no es raro verlos con un dispositivo auricular que les avisa de cuándo llegan los agentes. Algunos llevan hasta dos «aguadores», integrantes de la banda que se encargan de «dar el agua», es decir, avisar cuando los agentes de paisano están por las inmediaciones. Y es que la falta de efectivos municipales, otra de las eternas reivindicaciones de los sindicatos de Policía Municipal, ha hecho que muchos ya conozcan a los agentes de Policía Judicial de cada Unidad de Distrtito aunque no vayan de uniforme, por lo que su trabajo de control sobre las mafias se complica mucho más.
Aunque estos meses de verano los «manteros» solían hacer la costa, ya hay muchos que se quedan aquí y tratan de «hacer el agosto», sobre todo, con productos de ropa y complementos deportivos entre el turismo nacional e internacional que llega estas semanas a la capital. Los bolsos y gorras siguen siendo otro de sus productos estrella. Detrás de todos estos productos, que los subsaharianos venden al doble de lo que pagan, está todo el imperio asiático que vende al por mayor en lugares como el polígono de Cobocalleja, en la localidad de Fuenlabrada.
Los «manteros» van a adquirir los productos (camisetas de clubes de fútbol, gorras, bolsos, cinturones, pañuelos o camisetas de firma) en pisos francos del barrio de Lavapiés, donde muchos de ellos residen en los conocidos como «pisos patera».
Suelen realizar labores de vigilancia previas antes de salir cargados de algún portal con cientos de productos falsificados.
El barrio siempre fue la «zona cero» de la piratería en la capital, incluso de otras partes deEspaña. Pero los pisos donde antes trabajaban día y noche las «tostadoras» que copiaban CD y DVD sin descanso ahora están inundados de productos ilegales para su venta ambulante de forma irregular. Los conflictos en el barrio más castizo y multirracial de la capital se intensificaron tras la eclosión del movimiento 15-M, cuando muchos «manteros» trataron de boicotear la detención o identificación de muchos compatriotas aunque fuera por la comisión de otros delitos.
«En lucha»
Cerca de un centenar de «manteros» se concentraron a última hora de ayer en Sol en solidaridad con el «compañero» fallecido en Cataluña. Llevaban pancartas en las que se podía leer: «La manta no es mi sueño» o «Sobrevivir no es delito». Tras la lectura de un manifiesto, pasadas las 21:30 horas, se fueron hacia Tirso de Molina, el «campamento base» de estos vendedores ambulantes
Bolsos y marca, por separado
Los métodos de los vendedores irregulares son cada vez más sofisticados. Quienes abastecen a estos «manteros» se curan en salud y ahora les proporcionan, en un piso los bolsos y en otro (contiguo normalmente) el logotipo falsificado para que ellos lo cosan o peguen. De esta forma, se aseguran de que cuando la Policía entra en el piso con orden judicial no pueden imputarles un delito contra la propiedad industrial ya que no están comercializando con n¡nguna marca.
El detalle
Un delito penado con cárcel
- El delito contra la propiedad industrial (274.1 del C. P.) castiga con penas de uno a cuatro años de prisión a aquél que con fines comerciales fabrique o importe productos con un signo distintivo idéntico o confundible
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