Desahucio
Sitio a la «okupa» de Argüelles
La empresa Desokupa está desde ayer a las puertas de La Yaya hasta que se vayan los «inquilinos».
La empresa Desokupa está desde ayer a las puertas de La Yaya hasta que se vayan los «inquilinos».
Sobre las 11:30 horas de la mañana de ayer se cumplió la peor amenaza posible para los chicos que habían okupado La Yaya (Juan Álvarez Mendizábal, 74) hacía apenas quince días: Daniel Esteve, director de operaciones de la empresa Desokupa, un compañero de éste y dos vigilantes de seguridad, además de una representante de la propiedad del inmueble, hicieron acto de presencia en las puertas de la nave que, asegura, es propiedad de la familia de Julio Iglesias. Pero su llegada a la okupa ha hecho tambalear el programa de actividades que tenían previsto para esta semana (para hoy había meditación y yoga, talleres de malabares para niños el viernes, teatro el sábado y merienda popular el domingo) y puede convertir a la Yaya en el centro social okupado autogestionado que menos haya durado de Madrid. Si bien al cierre de esta edición aún seguían varios okupas en el interior del inmueble, los vigilantes de seguridad (dos agentes de Team Seguridad haciendo relevos en turnos de ocho horas) permanecerán en la puerta de entrada de la nave hasta que no quede nadie dentro. No les echan, esperan a que ellos vayan saliendo (tarde o temprano lo harán) y, una vez fuera, nadie volverá a pasar dentro. En ese momento, la propietaria cambia la cerradura y el inmueble vuelve a ser suyo. Es la táctica de Desokupa, la polémica empresa siempre rodeada por rumores de coacciones –el abogado de La Yaya aseguró ayer que iba a poner una demanda por ello– pero que presume de ser muy eficaz y de estar recomendada por la Policía. La representante de la propiedad, de hecho, aseguró ayer a este diario que fue una agente policial la que le habló de Desokupa. «La Justicia suele tardar año y medio y nosotros ya tenemos una oferta de compra. En cuanto se vayan, yo envío el contrato y se firma», explica. «Esto no estaba abandonado, venía la inmobiliaria a enseñarla dos veces por semana, lo que pasa que es un edificio con unas protecciones especiales y no ha sido fácil darle salida. Ahora parece que sí». La propiedad insiste mucho en lo interesante que le parece el proyecto de La Yaya «pero es que aquí no lo pueden hacer». «Me parece genial lo que hacen estos chicos y seguramente hasta me pasaría por alguna de las actividades que organizan, pero es que aquí no lo pueden hacer. Ya se lo he dicho a ellos, que son encantadores, pero se tienen que ir», sostiene. Y es que, lejos de la tensión propia de cualquier desahucio el ambiente ayer a las puertas de La Yaya era, cuanto menos, irónico. Los chicos, desde dentro, cantando canciones y hasta bromeando con el líder de Desokupa, que también se dirigía a ellos de forma irónica. «Chicos, lo siento, os he ganado, voy a ir a comer un chuletón, que ya es hora», les decía desde fuera. «¡Come vegano, Dani!», le decían desde dentro. Claro que este buen rollo puede no durar demasiadas horas. Los chicos tenían pensado pasar la noche en el inmueble y resisitir «a lo numantino» hasta no saben cuando.
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