Teatro

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«Sólala», el dramón más divertido

La increíble Marylonely, cuyo casero abusa de ella, regresa a escena. Cristina Medina lleva ya diez temporadas con este soliloquio redondo de puro absurdo. PARA NO PERDERSE. Dónde: Teatro Infanta Isabel (C/ Barquillo, 24). Madrid. Cuándo: martes 9, 16, 23 y 30 de abril y 7, 14, 21 y 28 de mayo. 21:00 h. Cuánto: de 18 a 22 euros.

«Sólala», el dramón más divertido
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No le busquen la lógica a la historia de la pobre Marylonely, porque les costará. Acosada por los requerimientos sexuales de su casero, perderá a sus cinco churumbeles en un dramón para cortarse las venas. Claro que es difícil tomarse nada en serio cuando se ve a Cristina Medina, la protagonista del asunto, sentarse a departir con el respetable sobre sus limitaciones como actriz, arrancarse a bailar flamenco –con la firma, ojo, de Israel Galván– o echarse un cantecito, acompañada por el piano de Mariano Marín. Todo ese revoltijo inexplicable es «Sólala», el soliloquio de más éxito de la compañía Pez en Raya. Medina, a la que muchos pondrán rostro por «Aquí no hay quien viva» y mitad de la agrupación –en este montaje, dirigido por David Sant, la otra mitad, Joan Estrader, permanece al margen–, explica que, claro, el texto le sale solo, después de diez temporadas con él por España. «Todas las salidas que tengo, para el público, son muy ocurrentes. Pero a mí me gustan cuando me sorprendo. Aunque eso me cuesta más, la gente se lo pasa del copón». Y dice sobre el éxito del montaje: «Hay veces que pieso: sí es bueno el show. Otras pienso: tampoco es para tanto. Es una chica, en este caso yo, durante una hora y pico encima del escenario, con una energía muy bestia. Eso es lo que más me caracteriza como actriz». En su origen, «Solalá» fue «terapéutico»: «En el anterior espectáculo, sentí eso que llaman el pánico del actor. Me quedé de vacío total. Me estaba bloqueando, olvidándome de disfrutar. Y me dije: esto me lo curo yo tirándome al vacío. Y me hice un solo».

Aunque reconoce que el montaje «no habla de nada y habla de todo», al final «el público se siente muy feliz. Y yo me entrego al espectáculo». Quizá porque, tiene claro, «la gente, por lo que escuchas, pide cachondeo. El drama lo tiene en su casa y quiere ir al teatro a despistarse». Así que, por una vez..., despístense. Será mejor.