Disturbios
Telefonillos rojos, llamada a la prostitución
Los vecinos de un barrio de Legazpi denuncian burdeles clandestinos
Madrid- Aunque pasara una y otra vez por delante de ese portal puede que nunca se diera cuenta, incluso si hiciera uso del telefonillo al visitar a alguien en esa dirección; pero quienes buscan unas horas de amor saben de sobra que ese botón rojo pasión del portero automático indica que se trata de un picadero. Al menos, eso aseguran los vecinos de la zona. Se trata de dos pisos de las calles de la colonia Pico del Pañuelo, en Arganzuela, y al resto de vecinos, lógicamente, no les hace mucha gracia. Aseguran que no para de entrar y salir gente, en estado de embriaguez en muchas ocasiones, y siempre de madrugada, especialmente los fines de semana. Las guaridas del amor están en la calle Guilermo de Osma y Enrique Trompeta, dentro de esta barriada, pero, según parece, no viven de forma continuada las prostitutas, sino que las parejas pueden acudir allí a dar rienda suelta a su pasión tras pagar un alquiler por una de las habitaciones durante unas horas. «Incluso llegaron a poner publicidad en los limpias de los coches con la foto de una chica, un teléfono móvil y decía claramente que se podía contratar sus servicios en esa misma calle», explica Nita, la presidenta de la Asociación de Vecinos Nudo Sur, que lleva mucho tiempo denunciando la situación en esta colonia de Legazpi.
Las viviendas de Pico del Pañuelo están situadas entre la plaza Beata María Ana de Jesús, la de General Morato y la de Legazpi. Cinco bares de ambiente latino situados en estas callejuelas, «por las que no pasa nadie más que los que viven aquí», traen de cabeza a cerca de un millar de vecinos del vecindario. Están regentados por personas de orígen dominicano, y el ruido impide descansar a los vecinos porque «las ventanas están a menos de tres metros de las puertas de los locales». Pero no es sólo un problema de sueño.
Las peleas, a voces, en plena calle, a altas horas de la madrugada y con navajas de por medio, crean una sensación de inseguridad brutal en el vecindario, compuesto por unos 60 portales (más de mil vecinos) y habitado por ciudadanos españoles y una gran comunidad inmigrante. Los principales problemas son el tráfico de droga y la prostitución que estos locales han traido aparejados. «Muchas veces las peleas vienen originadas por deudas por droga o porque no está el material prometido», asegura Nita. «El que regenta uno de los bares problemáticos es el que tiene alquilado uno de esos pisos» de desenfreno. Sospechan que deja a las prostiututas utilizar esos cuartos a cambio de un porcentaje por servicio. «A partir de las 20:00 horas se ve a gente pendiente de los móviles en las esquinas que dan al Paseo Delicias. Les tienen ahí para que vigilen e incluso conocen ya a los policías que vienen de paisano», dice Nita.
La desesperación de estos vecinos llegó al punto de que el verano pasado uno de ellos arrojó a la calle una bombona de butano. Afortunadamento no pasó nada, pero desde la asociación de vecinos quieren que les hagan caso y ya no saben qué más puertas tocar. El barrio tenía hasta hace poco zapatillas colgando de los cables de telefonía desde hace más de cuatro años. Según Nita, «esto indica que se vende droga» y eso podía atraer a más gente. «Nos costó tres años que las quitaran».
En cualquier caso, para que las administraciones se pongan manos a la obra con este barrio, el pasado 23 de abril registraron más de 600 firmas de 30 comunidades de vecinos distintas en la Junta de Distrito de Arganzuela. «Por mucho que la Policía venga, son los políticos quienes pueden quitarles la licencia a estos bares». De hecho, la «operación Beata», que hace unas semanas desmanteló un piso de la zona donde se ofrecía prostitución y cocaína, demuestra que los agentes de la comisaría sí estan pendientes de esta problemática colonia. Desde la asociación se quejan de que en lugar de restringir los horarios, les han ampliado la licencia de apertura hasta las tres de la madrugada. «Parece una tomadura de pelo que nos quejemos del ruido y les permiten cerrar más tarde», opina. Desde Nudo Sur consideran que esa permisividad de horarios y terrazas va aparejada a la necesidad del Ayuntamiento de recaudar, pero creen que se olvidan de los vecinos de toda la vida.
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