Un drama a tres bandas

Las hermanas Rivas son Dolores y Angustias. Viven solas, en una vieja casa heredada de sus padres en algún pueblo, sin dar detalle de su vida a nadie y unidas por un fuerte vínculo en el que todo lo comparten y todo lo acuerdan. Hasta el día en que un hombre se cruza en sus vidas, un macho con ecos de Pepe el Romano que responde al nombre de El Potro Estrella. Dolores traerá al boxeador crepuscular al hogar, rompiendo la primera regla, y Angustias tragará. El triángulo está casi servido, al menos los vértices, y compartir techo hará el resto cuando el púgil, enfrentado a un combate clave, comience a fijarse en Angustias. Dolores aceptará este triángulo consumado con una condición: después de su «gran pelea», El Potro Estrella deberá decidirse por una de las dos.

Con «Las hermanas Rivas», el dramaturgo y actor Mariano Rochman lleva a las tablas, en una muy libre adaptación, un cuento de su paisano y Jorge Luis Borges, «La intrusa». Rochman, argentino afincado en España, y en concreto en la escena alternativa madrileña de los últimos años, le ha dado la vuelta al relato, empezando por el género de los protagonistas, pero también a su formato; donde el autor de «Ficciones» dejó un poso de leyenda, este montaje pone el acento en los deseos, las pasiones y las relaciones entre el trío, una situación llevada al límite con consecuencias imprevisibles.

Después de propuestas como «Agujeros negros», «Creo en Elvis» y «Miserias domésticas», todas con la compañía Doble Sentido, creada en 2007, Rochman estrena este drama independiente que dirige Adriana Roffi, también coautora del texto. Junto a él, dos actrices con tablas de sobra en el circuito independiente, además de otras producciones de diferentes formatos: Carlota Ferrer (Angustias), curtida en La Abadía y habitual en montajes de Alex Rigola, y Esther Ortega (Dolores), formada en el Laboratorio William Layton y con una larga trayectoria en teatro y televisión.