Madrid

Una tragedia en 20 minutos

La sentencia detalla el cúmulo de negligencias que provocaron la muerte por aplastamiento a Katia, Belén, Cristina, Rocío y Teresa. Ésta es la cronología de una fiesta que reunió todos los ingredientes para acabar en pesadilla

La Razón
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La sentencia detalla el cúmulo de negligencias que provocaron la muerte por aplastamiento a Katia, Belén, Cristina, Rocío y Teresa. Ésta es la cronología de una fiesta que reunió todos los ingredientes para acabar en pesadilla

Si el reloj, aquella madrugada del 1 de noviembre, hubiera podido detenerse para evitar que la fiesta se transformase en pesadilla marcaría las 2:26 horas. Comenzaron entonces a registrarse las primeras avalanchas. Así lo demuestran las cámaras, que hasta en seis ocasiones grabaron los primeros empujones frente al fatídico vomitorio central del sector A: «Movimientos incontrolados de masas, que los vigilantes deberían haber puesto en conocimiento» de los responsables del evento, señala la sentencia del Madrid Arena, que relata un sinfín de negligencias en cadena. Seis toques de atención que fueron ignorados y que tuvieron como escenario el pasillo en el que las cinco jóvenes perdieron la vida.

Fuera, en el exterior del Arena, se mezclaban todos los ingredientes para que la noche acabara en tragedia. El multitudionario botellón, que se estaba celebrando en el aparcamiento –cuyos participantes se trasladaron en masa al interior del recinto a partir de las dos de la madrugada para seguir la actuación de Steve Aoki– disparó un descontrol que se aceleró al mismo ritmo que las medidas de seguridad se relajaban en las puertas de acceso. A las 2:30, Flores dio la orden de dejar de «requisar» al público porque «tenía que pasar todo el mundo». La anarquía de esos minutos contrastaba con lo que se habían encontrado los primeros en entrar. No en vano, veinticinco minutos después de las once de la noche se habían abierto las puertas de la fiesta con hasta tres controles de acceso. Al principio incluso los asistentes fueron distribuidos por las tres plantas, a pesar de que ninguno de los organizadores había dado instrucciones a este respecto.

La disposición del escenario y de las barras había reducido las vías de escape: de los ocho vomitorios, sólo tres estaban abiertos lo que convirtió el pasillo central del sector A en una trampa mortal. En él confluían los que querían salir de la pista «agobiados» por la acumulación de gente y los que, a su vez, pretendían acceder ante el arranque de la actuación Steve Aoki.

Según recoge el fallo, las cámaras muestran cómo antes de las tres de la mañana se abren las puertas de emergencia para facilitar la entrada masiva de los más rezagados del botellón. En poco más de veinte minutos, este punto fue utilizado por cerca de 3.000 jóvevenes para entrar directamente en una pista que ya estaba abarrotada, lo que bloqueó, a su vez, esta salida de emergencia. Mientras Flores abría el portón, los controladores que regulaban la bajada de personas por las escaleras del interior eliminaban todos los filtros permitiendo la entrada masiva de chicos a la planta baja donde en el escenario ya se anunciaba a Aoki. El caos tomaba el Arena. Eran las 3:35 y empezaban los veinte minutos mortales para Cristina, Rocío, Katia, Belén y Teresa.

«Había tanta gente y tanta presión que no tocaban el suelo, los hombros se te encogían, se iba a donde fuera la marea de gente, había gente que se caía por las escaleras». Este testimonio, pronunciado durante el juicio por uno de los amigos de Katia, Rocío y Cristina, ilustra casi tan bien como las imágenes lo que estaba sucediendo. Iban cinco, pero sólo sobrevivieron dos. Entraron en el vomitorio los cinco de la mano para no perderse, pero la misión era imposible. Les aprisionaban. De repente, cayeron al suelo, primero Cristina y luego Rocío. Terminaron arrolladas por la avalancha. Tal y como explicó Daniel, la sensación «no era de caerse sino de hundirse»; y es que «seguramente las primeras personas se caían, pero luego no había espacio para caerse; para caerse necesitas sitio, se inclinaban, se sentía muchísima presión por todo el cuerpo, sobre todo en las rodillas, un metro más adelante la gente sí se había caído y se estaba formando un tapón». Sólo Daniel y Carmen consiguieron salir, pero ya no volvieron a ver a sus tres amigas. Otra testigo, Amor, recuerda haber visto a otra chica que luego supo que era Katia: «Empezó a dejar de respirar y dijo ‘‘no puedo más. Dile a mi padre que le quiero’’».

A pocos metros, poco antes de las 3:35 horas, Belén Langdon y una de sus amigas trataban de abandonar la pista. Fueron empujadas por quienes querían entrar. Las dos chicas cayeron al suelo de la mano y boca arriba. Cuando se iban a levantar empezó a caer más gente encima. Según los hechos que la sentencia considera probados «en sólo unos pocos segundos se produjo una montaña de personas en la que los de abajo llegaron a tener ocho personas encima».

Elvira era amiga de la quinta fallecida, Teresa Alonso. Fueron juntas a la fiesta. Según su relato, después de entrar al recinto, intentaron acceder a la pista para buscar a otras chicas. Pasaron el vomitorio y apenas se asomaron a la pista, «como un metro», retrocedieron al ver que estaba muy llena. Se dieron la vuelta. Pero ya no tenían escapatoria. La gente se empezó a caer unos encima de otros. Ella no porque se pegó a la pared. Iba de la mano de Teresa pero se separaron y la perdió. Teresa se cayó y ya no pudo salir.

En el rescate de los atrapados, «descoordinado, lento y poco eficaz» –según el fallo– colaboraron los propios asistentes. El minutado de la noche señala que las primeras ambulancias llegaron cuando falta diez minutos para las cuatro de la madrugada, apenas 15 minutos depués del primer aviso. Hasta las 3:55, el vomitorio mortal no quedó totalmente despejado.