Comunidad de Madrid
Unas obras descubren bóvedas y pinturas barrocas en una iglesia de Madrid
Las obras de restauración que el Gobierno regional está realizando en la iglesia parroquial de San Pedro ad Víncula en Vallecas han sacado a la luz restos de bóvedas y pinturas de la primera mitad del siglo XVII en la capilla de Nuestra Señora del Rosario. Se trata de un hallazgo de gran importancia por tratarse de uno de los primeros ejemplos de camarín barroco de España, así como de uno de los conjuntos decorativos más interesantes de la región madrileña.
El templo está declarado Bien de Interés Cultural, la máxima protección que contempla la legislación, por lo que la presencia de humedades en los muros y en el solado de la capilla hacía necesaria una restauración integral, algo que ha permitido recuperar en su totalidad la arquitectura interior proyectada hacia 1670.
Las obras de restauración comenzaron en 2012 y consisten en la eliminación de humedades, la restauración de paramentos, carpintería, solado e iluminación y en la reforma de la fachada, así como en la estabilización, consolidación y reintegración cromática de las pinturas de la cúpula.
El estudio de los huecos de la fachada llevó a los técnicos al convencimiento de que existió en el mismo espacio una capilla anterior. Las nuevas catas y demoliciones han permitido descubrir restos de bóvedas y pinturas de la primera mitad del siglo XVII, así como un arco o ventana de conexión con la iglesia en estilo herreriano. Se trata de uno de los primeros ejemplos de camarín barroco en España.
La capilla de Nuestra Señora del Rosario se encuentra situada junto a la cabecera de la iglesia. Se trata de una capilla-camarín dedicada a la Virgen que, con el paso del tiempo, ha sido utilizada como sacristía y capilla del Santísimo. Este tipo de construcciones está considerada como una de las aportaciones más originales de la arquitectura barroca española. La capilla actual es resultado de diversas fases constructivas y decorativas.
Una primera fase correspondería al primer tercio del siglo XVII, cuando, una vez concluidas las obras de la iglesia, se levantó un camarín de planta cuadrangular cubierto con una bóveda de aristas, con una pequeña puerta adintelada ubicada en el muro norte que permitía la comunicación con el prebisterio y un arco abierto en el muro oeste para colocar la imagen de la Virgen; tanto la bóveda como el arco presentan una decoración vegetal y geométrica a base de tono azules, verdes, ocres y dorados.
En una segunda fase, hacia 1651, se amplió la capilla, dividiéndose el espacio interior en dos ámbitos: uno cuadrangular cubierto por la cúpula y otro más pequeño rectangular con una bóveda de cañón, destruyéndose parte de la primitiva bóveda de aristas y quedando en parte oculta bajo la bóveda de cañón. Entre finales del siglo XVII y principios del XVIII vuelve a decorarse la capilla.
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