Violencia de género

«Ven, que te voy a probar unos trajes de modelo»

El cerco policial y sus impulsos sexuales cada vez más frecuentes hicieron a Ortiz caer en los «errores» que permitieron su captura

Además de señalarle en las ruedas de reconocimiento, una de las víctimas realizó un mapa hasta el «piso de los horrores» que permitió dar con él, allí la Policía recogió en las viviendas de Ortiz ropa interior de niña, restos biológicos y huellas de una de las menores.
Además de señalarle en las ruedas de reconocimiento, una de las víctimas realizó un mapa hasta el «piso de los horrores» que permitió dar con él, allí la Policía recogió en las viviendas de Ortiz ropa interior de niña, restos biológicos y huellas de una de las menores.larazon

A su primera víctima, una niña de cinco años y origen latino a la que el pederasta abordó el 24 de septiembre de 2013 en un parque de la calle Rioconejos la convenció de que subiera a su coche con la excusa de que conocía a su madre. En el interior del vehículo abusó de la menor y luego la obligó a vestirse para dejarla abandonada en una caseta de jardinería de la calle Arcentales. Según el escrito de acusación de la Fiscalía, la menor fue auxiliada por dos personas a la salida del metro de Simancas.

Su segunda víctima –y la primera que trascendió a los medios– fue el 10 de abril de 2014. A eso de las 20:40 horas, Ortiz se acercó a una menor de nueve años en la calle Cidamón mientras ella iba a comprar unas chucherías con sus amigas. La convenció de que montara en su coche con la excusa, de nuevo, de que su madre lo sabía y de que tenía unos trajes de modelo que tenía que probarse. La condujo hasta el piso de los horrores y durante el trayecto la hizo comerse tres pastillas de benzodiazepinas. Le dijo lindezas del tipo «te voy a dar clases de follar». Ya en el piso abusó de ella en la habitación y luego la obligó a ducharse. La dejó abandonada en la boca de metro de Canillejas, desorientada por el efecto de las pastillas y aún con el pelo mojado.

Dos meses y pico después, el 17 de junio, volvió a actuar. Fue la víctima que más sufrió: una niña china de seis años –con apariencia de cuatro– a quien convenció para subir a su coche y la drogó hasta tal punto –la dosis de benzodiacepinas casi es letal– que casi le imputan tentativa de homicidio. Según el escrito de la Fiscalía, no se puede determinar hasta dónde la llevó pero allí abusó de ella en un grado extremo. La menor tuvo que ser hospitalizada.

La cuarta y última víctima fue el 22 de agosto de 2014. Era dominicana y tenía siete años. Se la llevó a un descampado de la calle Mequinenza, donde abusó de ella. Esta vez no la drogó, por lo que el testimonio de la niña fue determinante para dar con el agresor. Y es que la edad de las menores, el trauma sufrido y los efectos de las pastillas hicieron casi imposible validar el relato que las menores hicieron posteriormente de los hechos. Sus testimonios a veces eran casi inservibles para los agentes policiales que trabajaban para dar con el pederasta y que temían que la próxima vez que actuara acabara matando a su víctima. Era buscar una aguja en un pajar y el caso supuso miles de horas de trabajo, desvelos y mucha impotencia a los agentes del Servicio de Atención a la Famila (SAF) –ahora llamado UFAM– de la jefatura Superior de Policía y a buena parte de la Brigada Provincial de Policía Judicial, que asumieron el caso como personal. A la cabeza, liderando está investigación complicada y exitosa, estuvo el comisario José Luis Conde, que se jubila este año dejando una buena cosecha de éxitos policiales en su haber.