Sevilla
Ilusión contra las apreturas
Miles de personas llenan la Ronda Histórica para ver la cabalgata bajo temperaturas casi primaverales. Se lanzaron casi 90 toneladas de caramelos, la mayoría blandos para facilitar las labores de limpieza
Dice el Papa Benedicto XVI que los Reyes Magos no eran de Oriente, sino de Andalucía. El sucesor de San Pedro, quizás sin quererlo, ha dado así más brillo a las cabalgatas del sur. Por eso la de Sevilla relució durante una tarde casi primaveral. Las temperaturas cálidas de la tarde propiciaron que miles de sevillanos se acercaran al entorno del Prado de San Sebastián para contemplar el cortejo, que discurrió tan sólo con un incidente leve y bajo una tremenda animación. Sin embargo, el frío de la noche no impidió que miles de personas se acercaran a ver las 33 carrozas en su tramo final por Triana, quizás el lugar que espera con más alegría la llegada de Sus Majestades.
Ésta es la crónica de una tarde de prisas en las casas para llegar a tiempo al centro, de atascos en las inmediaciones de la Ronda Histórica, de cabreos de conductores para aparcar y de café con roscón antes de meterse en la «bulla». Una tarde en la que los niños son los protagonistas y los mayores vuelven a ser niños al paso de las carrozas.
Para evitar retrasos innecesarios, el Ateneo adelantó la hora de salida. A las cuatro de la tarde ya comenzó a abrir paso la primera banda, seguida de policías a caballo y los clásicos beduinos. Las cercanías del Rectorado se convirtieron en el lugar idóneo para ver la cabalgata sin apreturas. Los Jardines de Murillo, la avenida Menéndez Pelayo, la Puerta de la Carne... Es el público más fiel, el más madrugador. También muchas familias se situaron en este entorno para poder ver luego otros cortejos cercanos a la capital.
Un total de nueve carrozas nuevas se integraron en el cortejo. A pesar de la crisis, el Ateneo sigue apostando fuerte por presentar cada año un desfile renovado. Pero a la cabalgata le sigue faltando más espectacularidad, más efectos de luz y sonido y, este año, una cierta coherencia estética. La de Sevilla, a diferencia de otras capitales, es una cabalgata con carrozas bajas y estrechas. Desde la organización se mantiene que estas dimensiones tan reducidas obedecen a que en el itinerario figuran calles estrechas, fundamentalmente en el centro, por las que no podrían pasar grandes vehículos. Pero ya no tiran de las carrozas tractores ni otros vehículos de gran tonelaje. Ya son todoterrenos y las calles Feria o Correduría no son demasiado estrechas.
El público también notó que había menos bandas de música. Un total de siete, más dos coros –que apenas se escucharon por la algarabía general– se encargaron de animar al personal. Las marchas militares y los villancicos se intercalaban con canciones de moda de Jennifer López y otros cantantes del momento. Los efectos de la crisis también fueron visibles en las formaciones musicales. Hace varios años se puso de moda que los músicos se vistieran de beduino para participar en la cabalgata. Ya no hay dinero para disfraces ni para otros inventos. Con el uniforme habitual basta. Y mucho es, porque estas agrupaciones no cobran por participar en el evento.
El Ayuntamiento tiene mucho interés en que las calles no luzcan pegajosas cuando pasa la carroza del rey Baltasar. Por ello, ya el año pasado instó al Ateneo a que se repartieran menos caramelos duros. La percepción general fue que se estaban lanzando menos dulces a causa de la crisis. Pero no fue exactamente así. En total, se repartieron entre 80 y 90 toneladas, pero un 80 por ciento eran caramelos blandos o envueltos en bolsas.
Pese a la amenaza de huelga –y con una carroza propia en el cortejo–, Lipasam movilizó a varios efectivos y vehículos para realizar las tareas de limpieza. Que se lanzaran peluches, agendas y pequeños capirotes de la hermandad de la Carretería –estos últimos arrojados por un Mago de la Fantasía muy cofrade–, ayudó a que la posterior limpieza fuera más liviana.
Pero todas las miradas se centraron en los tres Reyes Magos. La organización había remozado los tronos de Sus Majestades, con adornos orientales y piezas de plástico transparente. Además, los monarcas lucieron las coronas que se implantaron en 1972 y que fueron sustituidas por otras piezas en el año 2000. Melchor, encarnado por el médico Alfonso Carmona, era el monarca que despertaba los primeros gritos de admiración. Gaspar, el presidente de la Federación Española de Tenis, José Luis Escañuela, también acaparó la admiración de los niños y mayores. Pero el rey que más pasión levanta es Baltasar, encarnado por el torero Eduardo Dávila Miura. Su carroza siempre va descolgada del resto del cortejo, ya que cuenta con muchos más beduinos. Un momento especial fue su paso por la basílica de la Macarena, una de sus grandes devociones.
La noche caía y los vehículos imprimían más velocidad la altura de Resolana. Había que cruzar el centro rápido porque en Triana se ralentiza la marcha. Allí la gente se agolpó en el Altozano y la calle San Jacinto. Sin embargo, tras cruzar la calle Asunción, la bajada de público fue notable hasta el regreso al Rectorado. De nuevo, el trajín de padres en busca de sus hijos, con el cansancio en sus rostros tras seis horas de larguísimo cortejo.
Entre los restos de la batalla, las carrozas empiezan hoy su diáspora por los barrios. Allí también se vive intensamente la fiesta de los Reyes Magos. Por un momento, muchas familias se olvidaron de las dificultades.
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