Relaciones laborales

La presión como arma y el servicio público como rehén

Pese a tener un encuentro mañana, los sindicatos mantienen su protesta de hoy
Pese a tener un encuentro mañana, los sindicatos mantienen su protesta de hoylarazon

Todo cuerpo tiende a ejercer oposición a la acción de una fuerza o un cambio. Resistencia, se llama el concepto. «La crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer». La cita de Bertolt Brecht, atribuida también a Gramsci, no es sino el resumen de lo que se dirime en las calles y los pasillos de las instituciones de los últimos días de Lehman Brothers (el Bankia mundial donde los libros de Historia puede que sitúen el arranque de esta nueva era) a esta parte. El nuevo (pero viejo) orden mundial implica nuevas relaciones laborales. A falta de moneda propia que devaluar, de industrias o de recursos naturales propios, se devalúa la recompensa al trabajo, la mano de obra, los recursos humanos. A escala local, esto se traduce en el levantamiento (en armas, si hace falta, por más que sea un mechero para quemar contenedores) de los gremios más estructurados (otros, como el de la prensa, se limitan a contemplar cómo brilla la guillotina al caer) contra las estructuras de poder o el dictado de los números. Lipasam ha sido una piedra de toque para el alcalde. Las curvas no han acabado. El viernes, los trabajadores se concentraron en la Plaza Nueva y protestarán hoy de nuevo. El acercamiento de la delegada de Hacienda, Asunción Fley, fijando un encuentro mañana no ha sido suficiente para aplazar la movilización. La presión es el arma con que juegan los sindicatos, que también hacen política y viven de ella. Zoido también se reunirá con el comité del Merca, empresa que hoy presenta sus cuentas. El Sercla convoca cuando ya se han reunido las partes. Los policías van por las calles con mascarillas y, a pesar de la paga que se les otorgó en Navidad, siguen haciendo sonar los tambores de guerra (laboral). La defensa de «lo suyo», con más o menos razón –según el caso– afectará, inevitablemente, a «lo nuestro», lo de todos: el servicio público. Hasta que lo viejo muera y por fin nazca lo nuevo.