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¿Y por qué no Triana?

La Razón
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Fue un 11 de diciembre del 87 cuando se le otorgó a Sevilla tan importante distinción. Mañana se cumple un cuarto de siglo de la declaración por la Unesco del conjunto formado por la Catedral, el Archivo de Indias y los Reales Alcázares como Patrimonio de la Humanidad. La Unesco define el Patrimonio Cultural Inmaterial como aquél que «hace referencia a las prácticas, representaciones, expresiones, conocimientos y saber transmitidas de generación en generación en el seno de una comunidad». El patrimonio cultural, por tanto, no se limita a monumentos, sino que comprende también «tradiciones o vivas heredadas, artes del espectáculo, usos sociales, actos festivos, y saberes y técnicas vinculadas a la artesanía tradicional». Entonces, Torre Pelli al margen, por todas las características que concurren, ¿no merecería el barrio de Triana ser premiado con este título? Triana conserva un conjunto único: su puente, la Capillita, las ruinas del Castillo de San Jorge, la Plaza del Altozano, la calle Betis, la iglesia de Santa Ana. Pero Triana, siendo Sevilla, tiene una identidad única, conocida en todo el mundo. Tiene sus propias fiestas (el Corpus Chico, la Velá) y es cuna de un sinfín de artistas que han paseado su nombre por todas partes. El ejemplo más reciente lo hemos tenido con los patios de Córdoba, ciudad que consigue su tercer título como Patrimonio de la Unesco, tras la Mezquita en el año 84 y el casco histórico en el 94. Pero, y los cuarenta corrales de Triana, el Patio de Monipodio o la Cerca Hermosa, desconocidos por muchos, ¿acaso no son, además de su belleza, ejemplo y modelo de convivencia? ¿Y su universal cerámica? Ésa sería la iniciativa para poner en valor toda la riqueza de la otra orilla del río. Voto porque Triana sea Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.