Entrevista
Miriam Díaz-Aroca: “De un escenario sales siendo una buena actriz o no, es la prueba contundente”.
Después de tres años, la actriz vuelve al Teatro Lara con “El Mensaje”, una comedia de alto impacto con la que asegura que sacudirá la conciencia de los espectadores.
¿Imagina que le ofreciesen un millón de euros a cambio de que alguien expusiese sus secretos más vergonzosos delante de la gente que más quiere? Esto es lo que le ocurre a Lucía, el personaje que interpreta Miriam Díaz Aroca en la nueva comedia que acoge el Teatro Lara. “El Mensaje” fusiona el poder de la tecnología y las risas para lanzar mensajes de alto impacto que no dejarán indiferentes a los espectadores en este momento en un momento en el que cuestionamos todo.
¿Cómo está? ¿Cómo se siente después de estos meses tan complicados?
Más que complicados, han sido intensos. No he tenido casi tiempo para ensayar, tenía otros compromisos laborales y no he podido hacer ensayos seguidos. Por suerte, si tengo un don muy grande es la memorización rápida, integro muy rápido los textos dentro de mí.
No es la primera vez que está en el Teatro Lara, la última vez con “Lavar, marcar y enterrar” de Montgomery, ¿Cómo ha sido la vuelta?
Feliz estuve aquí hace tres años en la sala pequeña, Lola Membrives. Tres años de verdadera felicidad porque el equipo que tiene este teatro es de una humanidad inmensa, donde cada vez que entras por esa puerta te abrazan, lo visible y lo invisible. Es estar en mi casa, en un teatro que tiene mucho prestigio y que es precioso. Tiene su fantasma particular, el de Lola, con el que ya me han dicho que han tenido experiencias importantes, en las que hacía y movía cosas dentro del Teatro.
¿Cómo enfrenta esta nueva etapa en el Lara?
Con una propuesta escénica maravillosa, un texto muy bien tejido para crear una comedia muy especial, muy dinámica. Es un texto precioso, pro mujer, pro relaciones, pro vida libre de mentiras y con unas enseñanzas maravillosas a nivel de relaciones madres e hijas, con una misma y de amistad entre mujeres. Es una comedia que exige mucha disciplina, estamos dedicados a un personaje que es el vídeo, que es el que marca el ritmo y nosotros tenemos que hacer que nuestro discurso, incorporando al vídeo sea fácil y fresco. Es importante que la obra fluya sin que ese personaje le de frialdad a la comedia.
Interpreta a Lucía, ¿Cómo definiría a su personaje?
Ramón Paso, a parte de un escritor y dramaturgo fantástico, es un director excepcional. Facilita mucho a los actores cualquier propuesta. Desde el minuto uno hemos estado maridando juntos el perfil de este personaje. Lucia es fresca, auténtica, espontánea, muy natural y con un cierto toque de inocencia, pero con mucho carácter a la vez. Cuando le tocan a sus hijas no hay nada que la pare. Da igual todos los millones de euros que le ofrezcan, que si sus hijas están en peligro su prioridad absoluta es la salud emocional y mental de ellas.
¿Diría que es una madre coraje?
Define mucho a esa mujer que ha sido educada para complacer a los demás, para aguantar, para no complicarse la vida. Aguanta y aguanta hasta que explota. Y cuando lo hace es cuando se empodera, cuando realmente se define y se pone en primer lugar y dice yo soy lo más importante para mí y mis hijas, por supuesto. Pero ya nadie me va a manipular que es lo que está pasando en la obra, es muy bonito porque se convierte en una mujer que ni ella misma se espera.
¿Qué tiene Lucia de Miriam? ¿Ha aportado algo de su personalidad al personaje?
Siempre, es inevitable. La fuerza, la determinación, la autenticidad, la frescura a la hora de trabajar y luego en ese final de Lucía donde renace a la mujer que quiere ser y decide crear la vida que quiere soltando las exigencias de los demás, que es lo que siempre le ha atrapado. Ahora es quien quiere ser y no lo que los demás quieren que sea. Ese es un trabajo muy importante que he hecho yo durante mi vida.
La obra se estrenó el 1 de octubre, ¿Cómo ha sido volver con un público lleno de mascarillas?
El “training” de las mascarillas lo llevamos desde hace tiempo. Yo nunca me acostumbraré, jamás, no va a formar parte de mis costumbres. Es chocante, llamativo, pero dentro de la aceptación. Lo bonito ha sido ver todos los asientos llenos, sin huecos. Estás con mascarillas pero no te impide disfrutar de una comedia, no es un límite para reírte, emocionarte o aplaudir. No nos crea desconexión. Es una bendición volver y que los teatros ya estén al 100%.
Desde arriba, sobre las tablas, ¿Ha notado el cambio?
La escucha, la atención y la sonrisa, se sienten. No ves las bocas, pero escuchas las risas, los murmullos de la gente, cuando está agitada y contenta. Es muy bonito desde arriba, aunque estés muy enfrascada en el discurso siempre tienes un ojo para ver cómo están los espectadores, eso inevitablemente lo sientes.
Ha seguido trabajando durante el confinamiento, ¿Cómo ha sido? ¿Qué le he aportado esa experiencia?
Personalmente, la experiencia ha sido fantástica, una oportunidad inmensa para convivir con mi madre y mi hija. He aprendido a escuchar desde la piel del otro, a escucharme a mí, escuchar al mundo cómo se ha dado la vuelta y se ha convulsionado. A raíz de ahí, he decidido empezar a formarme y estudiar en desarrollo personal, comunicación y crecimiento. Aparecí también en redes y entendí lo importante que es entrenar una buena palabra, porque forma parte de un discurso que puede construir o destruir a los demás. Empecé a utilizar las redes para sumar y desde mi veteranía y mi experiencia vital, poder tener un discurso favorable, motivador e inspirador para todas las personas que se asoman a una red.
¿Qué opina de las redes sociales y la relación que los jóvenes tienen con ellas?
No es cuestión de jóvenes sino de todo el mundo. Todo depende de la gestión que tu hagas de ellas y del tiempo que decidas dedicarles. Su parte negativa es que te impiden pensar. Debemos escuchar, tener discernimiento, pararnos a pensar si lo que recibimos es bueno, verdad y constructivo. No te deja pensar porque ya lo hacen por ti, nos hace tener una mente muy pobre porque pensamos lo que nos dicen que pensemos. Es una estrategia, no quieren que pensemos porque somos peligrosos si lo hacemos.
¿Y qué hay de la relación de los jóvenes con la cultura?
Tenemos que utilizar las redes para que ellos sientan que el teatro no es arcaico, que no huele a naftalina. Hay que enseñarles que esto es un paraíso, un lugar excepcional donde abrir la mente y entender muchas cosas. No es decirles: “hay que ir al teatro”, no, hay que mostrarles por qué. Convencerles de que venir al teatro y hacerlo es un reto porque te expones y no te puedes ocultar en ningún sitio.
Tiene una larga trayectoria en televisión, cine, teatro... ¿es sobre las tablas dónde se siente más a gusto?
Yo soy feliz en cualquier plataforma. Pero no hay nada como el teatro. Es lo auténtico, lo de verdad, lo que te curte. Lo que te pone a prueba de tu medida actoral es el escenario. Sales y no hay cortes, te expones. Ahí tienes el “training” de verdad. De un escenario sales siendo una buena actriz, o no, pero es la prueba contundente.
¿Por qué hay que ver “El Mensaje”?
En tiempos de risas, verdaderas y con mensaje, no hay que dejarlas escapar. No sé cuánto tiempo vamos a estar beneficiando al público con la potencia del mensaje de “El Mensaje”. Nunca se sabe, por eso no dejes pasar la oportunidad de ver una puesta en escena con tecnología, con una disciplina de alto impacto donde a través de una comedia estamos dando mensajes muy potentes y sacudimos las conciencias de las personas para que se den cuenta dónde están en sus vidas. Porque cómo siempre, los grandes mensajes llegan a través de la comedia.
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