Opinión
¿Es «autocuidado» el término del año?
La Fundéu y la RAE han pasado por alto más que un término, todo un léxico
El 2021 cierra con una última espontaneidad lingüística que airean los medios y que asoma vertiginosa y abismal por los mentideros de amigos y próximos. «Autocuidado» es una invención lúcida que arrastra toda la fascinación que tiene lo popular y de lo que nace libre, vamos, sin miriñaques ni corsés oficiales. Un fruto tardío que contaba con méritos propios para abanderarse como palabra del año, pero que se les ha pasado señalar a los chavales de la Fundéu y la RAE, que se han desmarcado apuntalando en su lugar el término «vacuna», que es vocablo acertado, oportuno y loable si se quiere, pero quizá de naturaleza más llana y sin el «spleen» y la mala intención implícita en la anterior, que es lo que mola de ella.
Nadie ha reparado que «autocuidado», que por su lógica interna incluye «vacuna» y «vacunación», más que un término es todo un léxico contenido en sí mismo. Una flor del mal, valiente, profana y baudelairiana, que resume, no sin una oportuna graduación de ironía, la incertidumbre humana, social y política que vivimos por estos paisajes y landas en las últimas semanas. Más que una voz es una audacia que destapa que el ciudadano está más solo en esta madrugada epidémica que Robinson Crusoe en su isla. Es un striptis genial que pone de relieve que los políticos son unos señores capaces de predecir muy bien el incendio cuando ya ha ardido el bosque y ya todo lo que queda por conservar es el tesoro de las cenizas.
Este vocablo de «Autocuidado» viene desbordado por la retranca que trae encima y que le da el hablante. Su significado es casi un clima, una atmósfera, y más que una definición lo suyo es una entonación, una manera de pronunciarse. Es probable que sea la única entrada de todo el Diccionario de la Real Academia Española que para poder explicarse necesita ir acompañada de un audio.
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