Arte
La Sibil.la llega a Madrid de la mano del festival “Poetas”
El Goethe Institute acoge este sábado las eclécticas actuaciones del festival en su decimosexta edición
El arte es, en todas sus formas, un lenguaje capaz de comunicar al artista con su contexto, con el público, con su sistema emocional. Lejos de perderse con el tiempo, está en continua búsqueda de sentido, prevalece y se reinterpreta. El festival «Poetas», que acoge este sábado el Goethe Institut de Madrid, es la más clara muestra de ello. «Llevamos 16 ediciones de este festival», dice a LA RAZÓN Pep Olona, coordinador del mismo. En este tiempo, han buscado «crear sensaciones poéticas más allá de la palabra, aunando distintas disciplinas, como es la poesía y la música, capaces de crear momentos especiales».
El festival llega este año al Goethe Institut para conmemorar que España es el país invitado en la feria del libro de Frankfurt, dejando así una fuerte impronta de los poetas alemanes en esa decimosexta edición. «La programación tiene una parte alemana y una parte nacional, y pasa de un canto medieval como es la Sibil.la a piezas de música contemporánea electrónica y, entre medias, la parte de la copla recuperada por María Rodés, y Adriano Galante y su propuesta poética», explica Olona. «Por otro lado, hemos intentado crear un espacio más íntimo para los poetas, que estarán en una habitación para 20 personas. Buscamos la cercanía entre público y artista, rompiendo la barrera del escenario y que así el público se acerque y forme parte de la actuación», apunta. Se crea, así, y partiendo de la idea de un laberinto, una atmósfera que no solo sube la palabra a los escenarios, sino que también acompaña a cada espectador en un camino único.
También el festival ha recorrido su propio camino. «Lo hemos hecho en Conde Duque y en Matadero varios años, donde teníamos miles de personas», dice Olona. Sin embargo, esta vez, «uno de los cambios que nos apetecía es alejarnos de este concepto de festival». Y es que sus organizadores se han dado cuenta de algo: el mundo ha cambiado. Y la manera de consumir –y vivir– el arte, también. «Festivales de música hay muchos y en todas partes, y de poesía también han ido surgiendo gracias al trabajo de muchos colectivos a nivel nacional», señala. «Antes era muy difícil que la gente acudiera a un evento de este estilo, y ahora no solo acuden, sino que lo hacen en masa muchas veces», continúa. Esto, para los organizadores de «Poetas», es todo un éxito, porque supone una ruptura con el tabú. Un cambio de paradigma. «Ha sido un reto, porque siempre que hablas de poesía hay una idea preconcebida con la que es muy difícil luchar».
El cambio, además, se ha logrado a través del acercamiento de la gente joven –esa misma que acude a bailar noches enteras a los festivales de música– a la poesía. Así lo asegura Eduard Escofett, poeta y colaborador de este evento. «Hay que reivindicar el contacto directo con la palabra, con la voz», asegura, defendiendo, además, la necesidad de «volver a los orígenes también de la poesía, porque es un arte que ha sido creado en un tiempo y un espacio también determinado, pero en comunidad». La programación de este año lo que busca es justamente «crear esa magia». «Queremos que lo que vea la gente sea muy intenso. Recrear esa unión entre el público y el poeta en un espacio reducido», afirma. «Que sea algo que no se consume, sino que penetra en ti».
Así, en el festival se unirán desde lecturas hasta una zona editorial de autores alternativos, conciertos… Y, por qué no, también tecnología. «Tenemos una cabina alemana antigua que hemos reconvertido en una discoteca móvil unipersonal», explica Olona. En ese pequeño espacio, el humo, el color y la luz estroboscópica se juntan con la posibilidad de sacar una foto para subirla a las redes directamente. Mientras tanto, y gracias a Lyrikline, una web alemana que recopila las voces de grandes poetas recitando sus versos, se podrá seleccionar a uno de ellos para escucharlo. «Durante un minuto se crea esa intimidad entre el autor y quien escucha: sólo te está recitando a ti, solo tú lo estás escuchando», apostilla Olona.
Ese diálogo íntimo tiene su punto álgido, a la vez que reivindicativo, en el canto de la Sibil.la. «Es casi una producción propia, porque hemos traído a Madrid una pieza que se canta siempre en el Mediterráneo en Nochebuena y en contextos eclesiásticos», señala Olona. Una descontextualización de la que, precisamente, nace la imagen del festival: un bosque quemado y, en medio de él, una figura vestida de rojo. Ella será Mariona Segarra, cantante y compositora, especialista en este canto medieval que ha perdurado hasta nuestros días y que este festival trae a modo de grito. «En la Sibil.la la palabra es muy importante, pero la música también. Es un oráculo, una mujer savia que predice un futuro catastrófico», dice Segarra. «Queríamos trasladar esa Sibil.la medieval a la realidad del siglo XXI, con el cambio climático», añade Olona. «De hecho, con la pandemia, para mí interpretarla era escalofriante por lo que estaba pasando», asevera. Sin embargo, ese canto que advierte del desastre trae también la esperanza: aún puede no ocurrir. La poesía nos asegura que aún podemos salvarnos.
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