Calle Hileras

Los "baños rusos" de la Puerta del Sol

Los viajes en tren al norte de España para “tomar las aguas” dieron la puntilla a unos balnearios medicinales a los que acudía todo Madrid (que pudiera pagárselo)

Balneario de San Felipe Neri
Balneario de San Felipe NeriBNE

Un tiempo en que en las casas no había agua corriente ni calefacción ni electricidad... Algo que muchos consideran “normal” pero que por efecto de la guerra o la crisis económica pueden perderse. En aquel entonces, a mediados del siglo XIX, era lo “normal”. De ahí que instalaciones como el balneario de San Felipe Neri tuviese el protagonismo y la aceptación social que le hizo famoso.

Ocupaba, sobre el terreno, lo que fue el oratorio de San Felipe Neri, desamortizado en el año 1836. Allí vino a construirse un pasaje o galería, un mercado y una casa de los denominados “baños rusos”. Se ve que eso de lavarse a algunos les parecía muy exótico. Este espacio estaba situado entre las madrileñas calles de Bordadores, San Felipe y de las Hileras.

A imitación de las cubiertas galerías comerciales francesas y con la finalidad de construir atajos peatonales entre las calles, vinieron a edificarse el Pasaje y el Mercado de San Felipe Neri inaugurados, respectivamente, el día 19 de abril y el 1 de agosto del año 1840.

Propiedad de Mariano Bertodano, el madrileño Pasaje de San Felipe Neri, además de calle, serviría para ubicar tiendas de objetos lujosos, mientras que en el Mercado se instalarían los puestos de venta para comestibles. Ambos recintos estaban separados entre sí, pero comunicados por un paso interior en el mismo edificio.

Contra todo pronóstico ese género de vía cubierta no supo prosperar (en Madrid) como en otras ciudades europeas. Por razones desconocidas el mercado, cuatro años después de su inauguración, estaba casi desierto. Aquello de las galerías no convencía a los madrileños.

Un nuevo negocio vendría a instalarse en el fallido mercado de San Felipe Neri, con entrada por el antiguo Pasaje de acceso por la calle de Bordadores, número 1 y de las Hileras, número 2. Los doctores Joaquín Delhom y Manuel Arnús Ferrer abrirían el día 19 de abril de 1858 un establecimiento de Baños Rusos, que posteriormente derivaría en balneario, aprovechando el agua de la laguna subterránea de la Plaza Mayor.

Los nuevos baños de vapor a la rusa parece que se inauguraron sin haberlos terminado, por lo que sólo podía funcionar una parte de las instalaciones. Sus dueños aseguraron que, tras finalizar la obra, “habría también baños para pobres y para los establecimientos de beneficencia de esta Corte”.

Con horario desde las 7 horas de la mañana y hasta las 6 horas de la tarde, el precio de 24 reales daba derecho a un baño de vapor seguido de irrigaciones con agua fría. Otros servicios consistían en inmersiones en agua clara o baños sulfurosos artificiales, que también se realizaban a domicilio, explicando en su propaganda que “el uso beneficiosísimo del baño da flexibilidad a los miembros, elasticidad y tono a la piel”. Todos los baños se realizaban tras una consulta médica.

A finales del año 1864 se solicitó licencia al Ayuntamiento de Madrid para demoler el edificio donde estuvo situado el Pasaje de San Felipe, con el fin de edificar nuevos inmuebles. Tres meses después casi estaba completado el derribo. En su lugar se construirían las viviendas que hoy podemos ver.

Los baños rusos se mantuvieron abiertos casi hasta el fin de la demolición total de lo que fue el Mercado de San Felipe Neri, trasladando sus instalaciones a la calle de las Hileras, número 4, a mediados del año 1867. A partir de entonces cambiarían su nombre por el de Balneario de San Felipe Neri.

Dotado de los más costosos aparatos y de toda clase de conducciones para agua fría, caliente, vapor o aire comprimido el moderno Balneario de San Felipe Neri contaba también con baños hidroterápicos, de “aire comprimido o rarefacto”, minero-medicinales artificiales, sulfurosos y un largo etcétera. A la instalación de lujosas bañeras de mármol o de zinc estañado se unieron los más modernos instrumentos atmosféricos y de pulverización, así como duchas, desde las más enérgicas hasta las más suaves.

Este Balneario continuó con el servicio de baños a domicilio, de agua o vapor, transportados por medio de carros y que podían contratarse a cualquier hora del día o de la noche. Un servicio que nos parece de otros tiempos... y lo era. Hasta el punto de que ya entonces quedó antiguo. Se pusieron de moda los viajes en tren a “tomar las aguas” de San Sebastián o Santander -siempre el norte, para evitar el sol-, y esos balnearios, unido a la instalación de agua en las casas, recibieron la puntilla de los posibles clientes. La última noticia de este negocio, encontrada en la prensa, data del año 1935. Hoy en día, y desde la década de los años cincuenta del siglo XX, este espacio está ocupado por un edificio de uso comercial.