La crónica
El PP madrileño exhibe músculo contra la posible Ley de Amnistía
Ayuso ha puesto a trabajar a todo el partido para que la concentración del próximo día 24 sea un éxito. Se estrenó en la Asamblea marcando terreno
En medio del silencio del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sobre la posible Ley de Amnistía y con un PSOE en crisis por la última expulsión de Nicolás Redondo Terreros, el PP convoca esta semana una concentración para el día 24 en Madrid. Las mayorías absolutas de Ayuso y Almeida servirán para exhibir el músculo de los populares en el feudo con más repercusión mediática. La cita será previa a la votación del texto que reconoce a España como nación y que se verá en el Ayuntamiento el día 28 y en la Cámara madrileña el 5 de octubre. La iniciativa pretende que los partidos de la oposición se retraten sobre si una amnistía a los líderes independentistas deben ser un cheque a cambio de investir a Sánchez. El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha dado la instrucción de presentar mociones en todos los territorios en los que gobiernan los populares, pero es Madrid donde el «antisanchismo» tiene a la presidenta de la Comunidad como máxima exponente.
Isabel Díaz Ayuso ya ha puesto a trabajar a la organización para que la cita sea un éxito. El PP de Madrid trabaja en el acto como si fuera la segunda vuelta de las autonómicas. Algunos cargos del partido nacional dudaron en un principio sobre la oportunidad de la cita, a escasas horas de la investidura de su candidato, que aventuran fallida. La deriva del partido de Sánchez y su estrategia mordaza con los críticos ha insuflado energía a las filas de Génova y en la primera planta, sede de la organización madrileña, se esfuerzan por hacer del acto un hito.
La presidenta del PP de Madrid ha puesto la maquinaria a funcionar para que el llenazo sea total. Ayuso se estrenó marcando terreno en la primera sesión de control al Gobierno tras las vacaciones. Respondió a los ataques de la oposición por su discurso en clave nacional y ridiculizó a PSOE y Más Madrid por extender la teoría del apocalipsis diseñada desde Moncloa. La conspiración hiperbólica de esta semana trataba de desviar la atención sobre las prebendas secesionistas a costa de utilizar al ex presidente del PP, José María Aznar, por unas palabras («rebelión nacional») que no pronunció. El ensayo pretendía usarle contra Feijóo para escenificar un falso conflicto pero terminó con el silencio de los corderos de Ferraz, desde donde ejecutaron la orden de Sánchez de expulsar a Redondo por criticar los intentos de destrucción del pacto constitucional.
El golpe en la mesa para evitar el continuo goteo de descontentos en el PSOE deja sin argumentos a su líder madrileño, Juan Lobato, un día después de exhibir su también cargo como senador. Con su salto a la Cámara Alta pretende confrontar con Ayuso desde el podio nacional a la espera de obtener un plano fijo en su partido y desenfocar a la portavoz de Más Madrid, Mónica García. El socialista utilizó el escenario del parlamento madrileño para ensayar su plan mientras espera que se despeje el panorama nacional y se conozca al próximo presidente del Gobierno.
Lobato quiso disimular sus intenciones recriminando a la presidenta que se ocupa poco del marco madrileño pero, a la vez, sacó pecho de su condición de portavoz, secretario general y senador para dejar claro su camino hacia la proyección nacional. «Estaré encantado y esperándola en el Senado para que allí hablemos usted y yo de esos temas, pero en Madrid tenemos que hablar de Madrid», le espetó después de que ésta llevara a la Asamblea la propuesta de Feijóo para que «todos los representantes políticos digan si están con la igualdad ante la ley de todos los españoles, vivan donde vivan», o si, por el contrario, «están contra el asalto de los nacionalistas a la soberanía nacional, el Estado de Derecho, la verdad, la historia y la separación de poderes», dijo.
Los choques se recrudecieron en esta nueva legislatura a cuenta de la futura amnistía. «Desde la región capital de España diremos no al nacionalismo, no a la xenofobia y no a lo que está sucediendo en Cataluña», lanzó la popular, a la que García respondió con una ampulosa declaración: «Es una de las principales perdedoras de las elecciones generales. Fue la artífice de normalizar los pactos con Vox que España ha rechazado. Es responsable de que su partido esté aislado y no pueda entenderse con nadie». Y añadió: «Su gobierno está verde y no en materia ecologista. Ustedes llegan tarde a todos los retos de esta comunidad», música para los oídos de Ayuso, que zanjó tajante el árnica de la portavoz: «Mi Gobierno estará verde pero les hemos puesto las caras coloradas en las urnas. Relájese que le quedan cuatro años muy duros». Y es que los 70 escaños del PP pesan como una losa en la bancada de la oposición. Los populares dominan la Asamblea y el Ayuntamiento de la capital, lo que obliga a Más Madrid y PSOE a inflamar sus críticas para lograr cierta notoriedad. La competitividad entre García y Lobato por liderar la oposición no pone las cosas fáciles en el arco de la izquierda. Si bien ambos lograron 27 escaños en las pasadas autonómicas, 6.000 votos marcaron la diferencia a favor de la primera, convertida en líder de la oposición madrileña, con Vox desdibujado y a la espera también de que el tablero nacional reposicione a su partido. La formación de Iñigo Errejón se unió a la amalgama de siglas que conforma Sumar, el partido de Yolanda Díaz, socio de Gobierno si finalmente Sánchez lograra la investidura a cambio de las solicitudes de Junts. La oposición lucha en Madrid por legitimar sus posiciones mientras el PP trabaja para demostrar su fuerza. Se recomienda el manual de resistencia.
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