Motor
BMW M8 Competition, mucho más que un deportivo elegante
Esta versión del precioso coupé alemán incorpora un motor de 625 caballos y sistemas propios de los GT de carreras
Con el coupé de la Serie 8, BMW ha conseguido crear una de las carrocerías más bonitas de un dos puertas. Su frontal, en el que destacan los riñones característicos de la marca bávara, sus formas estilizadas y aerodinámicas y su trasera con el deflector aerodinámico incluido en el diseño del maletero han conseguido un conjunto muy difícil de mejorar en lo que se refiere a la estética. Ahora ha dado un paso más con la versión M8 Competición, al completar esta belleza con una mecánica poderosa que alcanza los 625 caballos. Todos los productos de la clase M se caracterizan por su deportividad. No en vano es la división de coches especiales de BMW, reforzados tanto en la potencia de su motor como en los sistemas de regulación y control que le hacen parecerse mucho a un automóvil de carreras.
Derivado del prototipo GTE que triunfó en los circuitos y heredero del prototipo M850 que nació hace treinta años, este M8 Competición logra acercar el mundo de las carreras y sus emociones a los conductores que nunca han pisado un circuito, pero que se sienten atraídos por este apasionante mundo.
Porque no es sólo que el propietario de esta maravilla se siente a los mandos de un coupé alimentado por un bloque de ocho cilindros en V, de 4,4 litros y que rinde los ya señalados 650 caballos. Y que, para adaptar esta potencia, los ingenieros hayan trabajado con un chasis más rígido, incluso en la versión descapotable, así como en las suspensiones o los frenos que, bajo pedido, pueden ser cerámicos, cosa que aconsejamos para el disfrute total del conjunto. Es que, además, el fabricante le ha puesto a su disposición una serie de controles para poder configurar el automóvil a su gusto de conducción.
En efecto, en la pantalla central nos aparecen una serie de parámetros que podremos regular en función del tipo de conducción que queramos hacer en cada momento. Pulsando la tecla “M Mode”, situada junto a la palanca del cambio, suspensiones, dirección, frenos y chasis pueden pasar de la función road a las sport o a la track y variar de esta forma el comportamiento general del vehículo que va quitando ayudas a la conducción para que sea el piloto el que mande sobe todos los sistemas. Para conseguir una conducción mucho más pura, sobre todo si nos queremos meter en un circuito, donde sus neumáticos, de 285 detrás con 30 de perfil en llanta 20 nos aseguran un agarre muy destacado.
Podremos incluso variar el reparto de la tracción para pasar toda la potencia al tren posterior. En ese caso, el M8 Competición se convierte en un coche divertidísimo, donde su comportamiento se vuelve sobrevirador y puede provocar largas y generosas derrapadas. Pero este tipo de ejercicios no son aptos para cualquier conductor. Se necesita unas destacadas dotes de control al volante, máxime cuando estamos jugando con 625 caballos. Porque las prestaciones son muy serias. Acelera de 0 a 100 por hora en únicamente 3,2 segundos (una décima más en la versión cabrio) y su velocidad máxima está autolimitada a 250 por hora. Pero no hay que sufrir. Si para alguno esta velocidad se queda un poco corta, BMW te da la oportunidad de instalar un dispositivo denominado Drive que anula el limitador y hace subir esta cifra hasta los 305 por hora. Por si hay unas prisas.
Las sensaciones al volante son impresionantes. Estamos en un entorno donde se han cuidado hasta los últimos detalles de confort y de sofisticación. El propietario puede personalizar todo, incluso una tapicería a medida de sus gustos. Con todas las comodidades de una gran berlina y los acabados habituales de BMW. Y tras tocar el botón de arranque, todo se transforma. Sólo la ausencia de estridencias en el sonido del motor nos separa de una conducción de carreras si decidimos apretar a fondo el acelerador y comenzar a actuar con la caja de cambios de ocho velocidades con convertidor de par y levas en el volante. Es especialmente divertido en carreteras de montaña, donde ofrece una estabilidad y manejabilidad sorprendentes para un automóvil de estas dimensiones.
Pero la otra cara de la moneda se puede ver cuando renunciamos a la conducción deportiva. Surge entonces un dos puertas de cuatro amplias plazas elegante y sofisticado, suave y elitista, que está disponible en dos carrocerías, coupé y cabrio. Este último es 9 milímetros más bajo y se descapota en unos quince segundos y en marcha hasta 50 por hora. El precio de esta maravilla es de 192.500 euros, y ocho mil más si lo preferimos con el techo de lona practicable.
Hay que señalar que estos especiales “M” tienen una demanda interesante entre los clientes de BMW, ya que el año pasado se vendieron en todo el mundo 135.000 unidades, lo que significa un incremento del mercado de un 30%. En España las ventas fueron de 999 vehículos, con una subida del 14% y el M2 Competición fue el modelo más solicitado. Este M8 representa la cumbre de estas series especiales para clientes asimismo diferentes.
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