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Testarossa

El día que Ferrari dijo “no” a Maradona

La marca no accedió a una de sus peticiones con un F40. El futbolista quiso devolver el coche porque no tenía radio estéreo

Maradona con su Ferrari Testarossa
Maradona con su Ferrari TestarossaPerfilPerfil

El paso de Diego Maradona por Italia será recordado por sus éxitos con el Nápoles dentro del campo y sus andanzas fuera de la cancha. Pero también por su relación con Ferrari, un vínculo que atravesó buenos y malos momentos. El argentino siempre fue amante de los coches y encargó a su entonces representante, Guillermo Cóppola, que le comprara un Ferrari, uno de sus sueños. Además, pidió que lo adquiriera en color negro. Y así se hizo. Se trataba de un Testarossa de 1986, el mismo modelo que se hizo famoso en televisión por la serie “Corrupción en Miami”, aunque en este caso era blanco. Era el coche con el que acudía a los entrenamientos y al que sólo completó apenas 20.000 kilómetros. Maradona también tuvo un F355 Spider de color rojo que, años después y tras pasar por varios propietarios, apareció incautado en Estados Unidos al narcotráfico.

Pero el verdadero roce con Ferrari se produjo a cuenta de un F40. Se trataba de un modelo muy especial que celebraba los 40 años de la marca. Costaba cerca de 500.000 euros en aquel momento y estaba destinado a clientes especiales del fabricante italiano que ya tuvieran uno de sus modelos. Sólo se construyeron 1.300 unidades. Era y es un auténtico coche de carreras con matrícula, muy potente (550 cv), muy delicado de conducir, ligero y con detalles específicos para correr en un circuito, aunque estuviera homologado para circular por carretera. Maradona quiso tenerlo y, además, que lo pintaran en color negro. Una petición que fue denegada por Ferrari, que quería priorizar su mítico color rojo en un automóvil tan especial. El F40 llegó a manos de Maradona en el tono original, pero el astro quedó algo decepcionado porque el coche no incluía radio estéreo o las puertas no estaban guarnecidas. De hecho, para abrirlas desde dentro existía un tirador en forma de cable. El objetivo era reducir el peso para obtener las máximas prestaciones en un circuito. No era un coche confortable, su intención era más deportiva. La música la “ponía” el rugido de su motor. Su representante, Cóppola, reconoció que el coche lo terminó pagando el presidente del Nápoles, Corrado Ferlaino.