Crítica de cine
Operación bikini
Dirección y guión: Harmony Korine. Intérpretes: Vanessa Hudgens, Selena Gómez, Rachel Korine, James Franco. Estados Unidos, 2012. Duración: 93 minutos. Comedia dramática.
«Spring Breakers» demuestra que las promos de «Gandía Shore» no están tan lejos del extático cine experimental de James Benning, si éste, en lugar de paisajes, hubiera decidido filmar pechos fosforescentes. En cierto modo, la película trata de prolongar el proyecto vandálico de Korine, que parecía haber tocado techo con «Trash Humpers», llevando su cinismo hasta extremos insospechados. Al guionista de «Kids» le interesa salir del «ghetto» de los malditos, convence a dos ex estrellas Disney para apropiarse de su imagen y pervertir su iconicidad en una sátira sobre la saturación de vacío de la hipermodernidad líquida, e, inmerso en una trama que podría titularse «Las cuatro Caperucitas y el lobo», se dedica a filmar las vacaciones de primavera de los estudiantes estadounidenses, au- ténticos ritos de paso borrachos de litronas y speed, como preso del Síndrome de Stendhal. Fascinado, pues, por el delirio estético de un fenómeno donde la belleza de los cuerpos, el hedonismo y la estupidez parecen caminar de la mano. Con la inapreciable ayuda del director de fotografía de Gaspar Noé, Benoît Debie, Korine convierte este exceso playero en un festival de músculos y colores a punto de estallar, una secuencia métrica de bikinis y vientres-tableta que se repite una y otra vez, como un sampler que se niega a admitir nuevas capas sonoras. La estructura en «flash-forward» nos obliga a tener la impresión de «dejà vu» de imágenes gastadas por la hipervisibilidad, que la presencia de Gómez y Hudgens no hacen más que aumentar. Lo que queda claro es que Korine es un artista como la copa de un pino.
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