Y volvieron cantando

20 años de política defectuosa

Veinte largos años en los que, a diferencia de otros comportamientos en países europeos también víctimas del terror yihadista, la sangre derramada por víctimas inocentes ha sido objeto de utilización partidista.

Esta semana se ha cumplido el 20 aniversario de esa puerta de sangre y fuego que significaron los brutales atentados del «11-M» en Madrid. Dos décadas ya del acontecimiento más trágico vivido en nuestro país desde la Guerra Civil, que entre otras cosas acabó cambiando no solo un gobierno, sino algo tal vez más importante como es la manera de hacer política en España. Existe un hilo argumental impregnado de ponzoña que se ha mantenido a propósito de este luctuoso acontecimiento reflejado en origen durante las horas posteriores a los atentados y en especial la jornada de reflexión, que en realidad fue jornada de duelo trufada de manipulación, no solo desde una única opción política, y en la que tal vez el sentido común debería de haberse impuesto en la dirección de un aplazamiento electoral. Hilo argumental que no se ha perdido hasta esta misma semana del trágico aniversario, en la que hemos contemplado lo más bajo de la carroña política a propósito de las acusaciones desde PSOE y Sumar al expresidente Aznar como artífice de «la mayor mentira» y exigiéndole que pida perdón. Veinte largos años en los que, a diferencia de otros comportamientos en países europeos también víctimas del terror yihadista, la sangre derramada por víctimas inocentes ha sido objeto de utilización partidista. Aznar y su ejecutivo cometieron errores de bulto a la hora de gestionar la comunicación, presas del pánico por dilapidar una ventaja en las encuestas que, dicho sea de paso, menguaba cada día antes de cometerse los atentados, pero eso no justifica, ni los ataques a sedes del Partido Popular, ni reventar una jornada de reflexión.

En 2004 no cambió el ciclo político, –los sondeos seguían situando al PP como primera opción para los electores a pesar de la guerra de Irak y el Prestige– lo que hubo fue una imponente movilización ciudadana en general contra el terror y de la izquierda en particular contra el gobierno. Pasó lo que los terroristas esperaban como era castigar a quienes se culpó de la matanza por su papel en la guerra de Irak. Eso es todo. Pero hoy seguimos sin reparar en que el fanatismo islamista por muy irracional que sea utiliza medios tremendamente racionales. Los malos de verdad siguen estando ahí, son la misma amenaza de hace 20 años y nada les reconforta más que contemplar cómo sus víctimas acaban siendo utilizadas por políticos de mercadillo.