Opinión
Falsos pacifistas
Cierta izquierda española, poco evolucionada, sigue sintiendo fascinación por la plaza roja de Moscú y la momia de Lenin. Añora la revolución de Octubre y el palacio de Invierno. Y, por si faltaba algo, se lleva bien con los «ayatolas» de Irán y la Venezuela de Maduro. Ha bastado una quirúrgica operación de castigo, sin víctimas, al siniestro régimen sirio de El Asad, protegido de Putin, para que vuelvan a incendiarse las redes sociales con el conocido grito de ¡No a la guerra! El fulminante ataque aéreo y con misiles, encabezado por Estados Unidos, con la colaboración de Gran Bretaña y Francia, ha pretendido acabar con las instalaciones sirias de producción y almacenamiento de armas químicas tras la masacre de Duma, y ha merecido el aplauso de la Unión Europea y de la OTAN. Es la primera vez que una acción de Trump obtiene un aplauso universal en Occidente. El presidente Rajoy, sin ir más lejos, ha calificado el ataque de «legítimo y proporcionado». Parece que así ha sido. Pero es igual. Excluyamos a benditos pacifistas de buena fe, no siempre bien informados. Me refiero a los seudo pacifistas entusiastas de la hoz y el martillo y de las checas, incapaces a estas alturas de condenar aún el «gulag» y que vuelven al alboroto, recordando lo de Iraq y confundiendo el culo con las témporas. Les vendría bien leer la Ética a Nicómaco de Aristóteles y tropezar con aquello de que «hacemos la guerra para tener paz». En este caso, ni siquiera es la guerra propiamente tal. Esto no pasa de un brote, se supone que pasajero, de guerra fría por culpa de Moscú y de su aliado de Damasco.
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