Opinión

Cuestión de abstención

Los expertos de los partidos creen que las elecciones se dirimirán por participación. Que el PSOE ganaría si vota más del 70% y, paradójicamente, el PP se favorecerá de una participación menor, porque los suyos van a votar a mansalva y sería la izquierda la perjudicada. Por eso Pedro Sánchez ha hecho la campaña en Semana Santa, para desmovilizar a la derecha, que piensa que hará más vacaciones.

El centro derecha está muy motivado para intentar detener la victoria de Pedro Sánchez. Al presidente, que va como un tiro, le pueden pasar factura sus tejemanejes con los independentistas catalanes y vascos. Lo del relator, la ayuda de Bildu para los decretazos o la ley para investigar a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, votada con el PNV en el Parlamento de Euskadi. Esa abstención es la sombra más temida por Sánchez. La de los insultos de «nazis» y «asquerosos» a policías y guardias civiles, muchos de ellos extremeños y andaluces.

El centro derecha, a su vez, teme los efectos que la ley electoral y el sistema d'Hont pueden provocar por la división en tres partidos. Es difícil calcular en qué medida podrá Pablo Casado –que ha reforzado el discurso patriótico de los valores tradicionales– detener la sangría hacia Santiago Abascal y aglutinar voto. También es muy arriesgado apostar cuánto de este PSOE echado al monte se irá con Albert Rivera. Nos queda, en fin, por ver –y no hay más precedentes que el fenómeno andaluz– cuántos votantes cederán a la pasión que encienden las alusiones épicas de Santiago Abascal, que no hace concesiones a la corrección política. Apasionante escenario.