Opinión
Elecciones y márgenes fiscales
En esta campaña electoral el antiliberalismo hegemónico insiste en que no se pueden bajar los impuestos, porque «no hay margen». Entonces, al tener una deuda y un déficit elevados, y dadas las propuestas de aumento del gasto, hay que procurar engañar a la población aduciendo que el coste de su financiación recaerá solo sobre los ricos. Aunque esta mentira es cada vez más difícil de sostener, su propagación resulta imprescindible, porque en caso contrario habría que ponderar el castigo que sufren las trabajadoras por los mayores impuestos, y todo el esquema político se vendría abajo. Esa es la situación general de la izquierda.
En la derecha, el panorama es similar. No hay ningún propósito de reducción del gasto público: ya ha dicho públicamente Daniel Lacalle que dicho gasto se mantendrá en el 41% del PIB si gobierna Pablo Casado. La prédica del PP en favor de la reducción de impuestos sólo se apoya en la curva de Laffer. Esta noción es técnicamente cuestionable y políticamente nada liberal. De ahí que regocije a la izquierda, porque parte de la base de que lo importante es recaudar más, es decir, lo que cualquier receloso de la libertad anhela.
Y en eso llegó VOX, cuyo programa económico, según Juan Ramón Rallo, «es el mejor y más liberal». Se podría argumentar que, una vez considerados los programas del PP y de la izquierda, casi cualquier cosa es mejor, pero lo cierto es que hay mucho liberalismo en las ideas del partido de Santiago Abascal (véase su programa electoral aquí: https://www.voxespana.es/programa-economico).
Esto no significa que VOX sea un partido liberal, puesto que, como advertí hace algún tiempo en Younews, el videoblog de LA RAZÓN, hay dos almas en VOX, una liberal y otra nacionalista, conservadora y antiliberal, y no sabemos cuál va a prevalecer finalmente (véase «VOX, cal y arena», aquí: https://younews.larazon.es/vox-cal-y-arena/).
Ahora bien, analizando el programa, se ve que desde el suelo hasta los transportes, desde los alquileres hasta las empresas y organismos públicos, desde la Sanidad hasta la Educación, desde el mercado de trabajo hasta las pensiones, los ejemplos de propuestas liberalizadoras en VOX abundan. Y sin duda creen que hay
«margen» para bajar los impuestos.
Se dirá que los números no cuadran, porque no queda claro el recorte de gastos, que es la piedra de toque que verifica si una rebaja fiscal es factible o no. Hablan de «gasto superfluo», lo que ya de por sí es notable, porque no es que haya que recortar el gasto superfluo, sino que no debería existir.
La triste realidad es que si de verdad consiguen establecer cuál es el gasto realmente superfluo y lo eliminan, habrán hecho más que los demás partidos. Sospecho que pensar que van a hacer más, y que por lo tanto van a bajar los impuestos apreciablemente, es propio de incautos. Pero igual es que soy un desconfiado.
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