Opinión

Campaña desmemoriada

Uno de los varios asuntos de los que se ha hablado poco en esta campaña (excepto un partido, eso sí) es la cuestión de la Memoria histórica y sus consecuencias. En particular, de todo lo que ha tenido que ver con la posible exhumación de los restos de Francisco Franco, convertida por el Gobierno de Pedro Sánchez en uno de los motivos estrella de estos meses de gobierno. Sorprende el contraste entre el ruido generado por los socialistas y la ausencia del asunto en la campaña.

Se entiende en el caso del PSOE, que ha visto cómo su propaganda se ha estrellado una y otra vez con una realidad legal, y humana, mucho más correosa y en el fondo autónoma de lo que parece haber soñado según se desprendió de aquellos anuncios triunfalistas, y sonrojantes, del verano pasado. También es cierto, por otra parte, que los socialistas han conseguido introducir la Memoria histórica en la vida política española, al parecer sin remedio. El silencio en la campaña indica que en esto han conseguido un éxito notable.

También se entiende que PP y Ciudadanos no hayan tenido mucho interés en sacar a relucir el asunto. No parece muy de recibo hacer una campaña electoral en la que se plantea un problema tan serio como la unidad nacional y otro no tan trascendente pero relevante como es la recomposición del centro derecha echando mano de motivos que parecen situar a quienes los tratan en un pasado remoto.

Y sin embargo, lo cierto es que la Memoria histórica no deja de estar relacionado, en lo más profundo, con asuntos como estos. El hecho de que ni PP ni Ciudadanos hayan sido capaces de elaborar argumentos que relacionen unos asuntos con otros, y de exponerlos sin crispación, con seriedad y naturalidad, a la altura cívica y moral de la realidad de la sociedad española, indica lo que está fallando. De volver a gobernar Pedro Sánchez, le faltará tiempo para desembalar toda la fanfarria de la Memoria histórica. Lo sabemos todos, y en particular lo saben los partidos políticos contra los que va dirigido este instrumento propagandístico (aparte de contra la democracia liberal, que también en esto merecería ser defendida). No se sabe si las quejas que lleguen entonces tendrán fuerza, ni credibilidad, después de estas semanas de silencio.