Opinión

Madrid Central, batalla ideológica

Solía decirse entre periodistas y analistas políticos que seguían la actividad de presidencia del Gobierno, que cuando los socialistas llegaban a La Moncloa no dejaban títere con cabeza a la hora de remozarlo todo. Cambiaban hasta los enchufes. Llama en este sentido la atención el contraste entre la obstinación casi secular del PSOE por derogar las medidas estrella en los gobiernos de la derecha y la pereza del PP por replantearse las grandes leyes de bandera impulsadas desde la izquierda en sus etapas de poder. Por si alguien no se acuerda, la supresión de la eco-normativa recaudatoria de Madrid Central era uno de los principales hilos argumentales en los programas y consecuentemente en la campaña electoral de PP y de Cs en las elecciones al Ayuntamiento de Madrid ergo, el gobierno municipal del recién aterrizado alcalde Almeida y de su «vice» Villacís, no está haciendo otra cosa más que ser consecuente –moratorias incluidas– con lo que mayoritariamente en escaños municipales y en votos han elegido los madrileños.

Tal vez por ello –y con independencia de que la medida sea más o menos acertada o acorde con los intereses medioambientales– resultan más chocantes las movilizaciones en la calle, poco más de un mes después de las elecciones por parte de una izquierda muy identificada con eso que llaman a título póstumo «carmenismo», para que Madrid Central siga en vigor. Manifestarse en la calle como han hecho unos cuantos miles de madrileños es legítimo, pero nunca tanto como la voluntad expresada en las urnas y si a ello se añaden las «gestas» de unos cuantos miembros de la ONG Greenpeace cortando accesos al centro de la ciudad, no queda más que certificar una vez más esa superioridad moral de la izquierda por tomar una calle a la que se arroga como suya.

Que la medida del gobierno de Carmena restringiendo el tráfico en el centro de Madrid sea más o menos beneficiosa está a día de hoy por demostrar desde un punto de vista técnico, razón de más por la que sobran algunas consideraciones de claro calado político como las que viene reiterando el director Tráfico Pere Navarro desde su atalaya estatal acusando a Almeida de despreciar horas de trabajo de concejales y funcionarios en la Corporación anterior. De nuevo la doble vara de medir. La llegada del PSOE al poder tras la etapa Aznar tuvo como primera gran decisión la derogación del Plan Hidrológico Nacional, todo un macro proyecto en el que –también ahí– se involucraron horas y horas de trabajo de expertos, a nadie le tembló la mano.

Todo lo contrario del PP que no ha dudado –para mayor engorde de VOX– en renunciar a la derogación de las grandes leyes ideológicas de la izquierda léanse entre un amplio elenco de ejemplos el aborto, la memoria histórica y hasta la necesaria garantía de la libertad lingüística en algunos territorios del Estado. Ahora la patata caliente vuelve a brincar sobre las manos del centro derecha en lo que va a ser –con Madrid Central como primera gran referencia– la confirmación de la capital española como gran teatro de operaciones en la batalla ideológica nacional.