Opinión

Los electores ya pasan factura al PSOE

A sólo un mes de los últimos comicios, el partido socialista pierde más de 350.000 votantes y es el principal perjudicado por la política de pactos con los nacionalistas de su secretario general, Pedro Sánchez.

La encuesta de «NC Report» sobre intención de voto, que hoy publica LA RAZÓN, ofrece un dato muy significativo, el de la caída del PSOE, si tenemos en cuenta que se trata de un sondeo cuyo trabajo de campo tuvo lugar entre el 10 y el 13 de diciembre, cuando apenas había transcurrido un mes desde las elecciones generales.

Demoscópicamente, es un tiempo demasiado escaso para que se produzcan cambios mayores en el ánimo de los electores, por lo que cabría preguntarse si, en realidad, no es más que la confirmación de una tendencia que no llegó a materializarse del todo el pasado 10 de noviembre o nos hallamos ante las primeras consecuencias del cambio de estrategia socialista en la consecución de la investidura de su candidato. En cualquier caso, lo cierto es que, de celebrarse hoy las elecciones, el PSOE obtendría 350.000 votos menos, lo que se traduce en una pérdida de entre 2 y 4 escaños, mientras que el Partido Popular ganaría casi 90.000 sufragios, es decir, entre 1 y 4 diputados más. De hecho, los votantes socialistas son los que menos fidelidad guardan al voto que dieron el pasado 10N, con casi un 4 por ciento que declara que se inclinaría por la abstención.

Sólo otro partido, Ciudadanos, obtiene peores cifras en la encuesta, lo que, como hemos señalado antes, abonaría la hipótesis de la tendencia. La formación naranja, que lideraba hasta noviembre Albert Rivera, perdería 270.000 votantes más, otros 2 o 3 escaños, que en su mayor parte irían a recalar en el PP y en la abstención. Hay que insistir en estos datos porque el resto de los partidos, como es normal, no reflejan en la encuesta más que imperceptibles variaciones con respecto a sus resultados electorales: VOX subiría un 0,5 por ciento, ERC y PNV caerían un 0,1 por ciento, mientras que Podemos, Bildu y JxC se mantendrían sin cambios.

Es evidente que es el PSOE el principal y, prácticamente, único perjudicado por la política de pactos postelectorales que ha puesto en marcha el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, para sumar los apoyos parlamentarios que necesita su investidura. No es de extrañar, por lo tanto, que entre las filas socialistas se extienda el rechazo a esa estrategia de pactos, no tanto por lo que se refiere a Podemos como por inclusión de los separatistas de ERC entre los potenciales socios de Gobierno. Así, está cristalizando la opinión que defienden dos barones como Emiliano García-Page y Javier Lambán, presidentes autonómicos de Castilla-La Mancha y Aragón, respectivamente, de que, tal vez, los intereses políticos de su secretario general y, sobre todo, los del recién elegido líder del PSC, Miquel Iceta, no son exactamente los mismos que los del resto del PSOE.

De hecho, mientras el dirigente catalán se ha convertido en el principal avalista del acuerdo con los nacionalistas republicanos, incluso «comprando» el discurso nacionalista de la plurinacionalidad del Estado, sus compañeros de filas elevan el tono en contrario y propugnan un acercamiento con las fuerzas del centro derecha. Si bien, no es probable que esta diferencias de posiciones vayan más allá de las recriminaciones públicas, entre otras razones, porque Pedro Sánchez ha conseguido esterilizar cualquier sensibilidad crítica en el seno de los órganos de dirección del partido, si se traducirán negativamente en un sector del electorado socialista, nada proclive a negociar con los separatistas. Al menos, esa es una de las hipótesis que se pueden sostener con la encuesta de «NC Report», que, a nuestro juicio, es la más probable, y que el candidato del PSOE debería tener muy en cuenta. Al fin y al cabo, nada le asegura que los separatistas de ERC no acaben frustrando sus planes y aboquen a España a unas terceras elecciones generales.