Opinión
Quiero ser más animal
Suena el clarín y se abre la veda. Una de las vicepresidencias cuadrúpedas, vuelta a la selva para que no se balanceen los de Podemos haciendo el simio, dejará a los bípedos absortos sobre las palmas de sus pies con sus leyes de cuadra y estiércol. Primero están los toros y eso que llaman «bienestar animal», que es una expresión moderna lanzada como anticipo del terrorismo vegano llevado a la política. Luego, la caza, y así hasta que la moda verdulera se alíe con la desinformación hasta hacernos creer que el silencio de los corderos no es una película. Las malas ideas suelen expresarse con palabras bonitas. ¿Decide la futura vicepresidenta Ribera qué es ese bienestar? ¿Masajes para las burras? ¿ o vale con acariciar a un caniche? Mi perra Pepa, por la que delinquiría sin dudarlo a la espera del indulto, les daría lecciones de dónde hacer pipí y plopló hasta que me exijan por decreto cuántos paseos he de proporcionarle al día. Los que más hablan de animales no han visto uno de verdad más allá de un documental en televisión, lo que da conocimientos suficientes para obtener un máster en cómo tratarlos. La reforma laboral que proponía para las bestias del campo la candidata de Podemos en Andalucía era mucho peor que la que quiere abolir los sindicatos. Derechos para las ratas y las cucarachas, que también tienen su espíritu. Lleven la lucha de clases a las granjas, como George Orwell, y añadan a la memoria histórica las vacas que nos hemos comido desde la Reconquista. Convoquen un referéndum de autodetermanación para las gallinas violadas, y así hasta que aprendan que amar a un animal no es rebuznar en un Gobierno.
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