Política

“Un gran acuerdo nacional”

Un escenario tan catastrófico necesita que Sánchez actúe con gran generosidad y que Iglesias asuma que no es el momento de la «Spanish Revolution» que mueven sus seguidores

El debate en el Congreso de los Diputados era muy previsible. Una ampliación del estado de alarma que iba a contar con el apoyo del PP y Cs, unos decretos económicos que muestran la desorientación gubernamental y, finalmente, la constatación de la fragilidad de la mayoría de la investidura. No me gusta que los aliados fueran entonces aquellos que quieren destruir España o los mercaderes que siempre han sido el PNV, lo bueno es que nunca lo han escondido.

El nacionalismo vasco no tiene ni amigos ni aliados, simplemente intereses. La situación ofrece, como dicen los economistas e inversores cursis, una ventana de oportunidad para un gran acuerdo nacional dirigido, como decía Sánchez, para la reconstrucción social y económica. No es fácil, por no decir que es imposible, y nada tiene que ver con los Pactos de La Moncloa ni el fondo ni en la forma. Ahora nadie pone en duda que afrontamos a nivel nacional la mayor crisis desde la Guerra Civil mientras que en el mundo es solo equiparable a la Gran Depresión del 29.

Es cierto que sigo pensando que el mejor ejemplo es la realidad europea tras la II Guerra Mundial. Un escenario tan catastrófico necesita que Sánchez actúe con gran generosidad y que Pablo Iglesias asuma que no es el momento de la «Spanish Revolution» que mueven sus seguidores. Ni es el fin del capitalismo ni la llegada de un cambio de régimen.

Por ello, el presidente del Gobierno debería tener como prioridad el convencer a Pablo Casado y hacer los gestos necesarios para llegar a un gran acuerdo nacional que no significa socializar la actuación o las decisiones anteriores, sino emprender una nueva etapa donde es necesario una enorme generosidad y responsabilidad, pero también de humildad. Es verdad que no es un escenario político fácil y las relaciones entre ambos líderes y formaciones son manifiestamente mejorables por no decir que son muy malas. Los estadistas emergen de las crisis, porque los escenarios normales son muy fáciles de gestionar.

Los socios parlamentarios de Sánchez son muy poco recomendables, por ello es mejor que prescinda de independentistas y otros radicales en aras de alcanzar ese acuerdo nacional que acelere el proceso de recuperación de España. Y para Casado no tiene que ser políticamente malo sino todo lo contrario. Por cierto, es lo que le sucedió al PSOE con los Pactos de La Moncloa.