Coronavirus

“La técnica del avestruz”

Los gobiernos occidentales observaron con manifiesta indiferencia lo que sucedía en China y cuando atravesó las fronteras se pensó que el coronavirus era solo una «gripe» rara.

Es muy habitual en política, pero también en otras actividades, aplicar la técnica del avestruz. Estamos ante una estrategia desafortunada y contraproducente, porque el desastre se acaba produciendo. La historia nos muestra numerosos ejemplos donde ganar tiempo o hacer ver que el problema no existe no hace más que empeorarlo. Ahora estamos en un escenario parecido. El aspecto sanitario ha mostrado la fragilidad de las sociedades avanzadas, que contamos con un sistema de salud muy potente y garantista, un personal sanitario enormemente cualificado y una capacidad extraordinaria de realizar grandes avances, pero nos vemos desbordados ante un acontecimiento tan imprevisto como excepcional.

Lo más preocupante es que todo indica que no estamos ante un hecho aislado y tendremos que adaptar nuestra realidad a esas necesidades futuras para que la próxima epidemia no tenga unas consecuencias todavía más catastróficas. Los gobiernos occidentales observaron con manifiesta indiferencia lo que sucedía en China y cuando atravesó las fronteras se optó, en general, por la técnica del avestruz porque era solo una «gripe» rara. El único recuerdo que tenemos de una gripe pandémica es histórico con la mal denominada «española» de 1918. Y el otro aspecto es que no quisieron ver el devastados tsunami económico que llegaba con una fuerza inusitada. Cualquier economista sabe, o debería saber, cuál es el impacto de una paralización total de una economía, que no tiene parangón con lo sucedido con la transformación de la industria estadounidense en la IIGM, y más cuando se produce un efecto dominó que afecta a todo el planeta.

Es un error compararlo con el Crack del 29, aunque fue una crisis brutal de la que se salió más como consecuencia del esfuerzo industrial bélico de los años 30 y por el propio conflicto. Es un buen tópico hablar de Keynes, Roosevelt y el New Deal. Era porcentualmente mayor, además, el porcentaje de la población mundial en situación de mera subsistencia. Los datos del FMI son clarificadores y muestran la dureza con que afectará a España, aunque creo que peca de optimista. Nos adentramos en un terreno lleno de incertidumbre debido a la histórica caída de la producción y la pérdida de sectores que fueron claves en 2008. Es evidente la necesidad de una fuerte monetización de la economía sin importar, desgraciadamente, el endeudamiento para lograr la recuperación. Y, sobre todo, esperar que los grandes motores de la economía mundial se pongan en marcha con fuerza.