Opinión
Simón Fonda
Sostiene Fernando Simón que «no podía perder la calma». Lo cuenta, portada de El País, sobre una motocicleta de gran cilindrada. Simón es el mismo que decía, vísperas del 8-M, que «cada uno tiene que expresar sus ideas como considere y si consideran que tienen que estar en la manifestación, que estén». Eso el 7 de marzo. El 31 de enero: «España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado» y, además, «con la información que tenemos ahora mismo, hay indicios de que esta enfermedad sigue sin ser excesivamente transmisible». Y el 7 de mayo, cuando según el INE España habría registrado un exceso de mortalidad de hasta 48.000 personas entre el 9 de marzo y el 10 de mayo, va y larga que, oyes, «Los incrementos que se detectan son incrementos estadísticos que se tienen que asociar luego a una causa y no podemos decir a qué se deben esos incrementos; no sabemos si se deben a un accidente de tráfico enorme». Conviene disponer estos detritus junto a las palabras de Richard Horton, director de The Lancet, que en declaraciones a El Mundo ha recordado que a finales de enero los gobiernos ya sabían de la gravedad del virus, que se transmitía con mucha facilidad y que podía ser potencialmente devastador, en especial con la gente más vulnerable, viejos, pobres e inmigrantes. «Si España hubiera ordenado el confinamiento a finales de febrero, la mayoría de las vidas se habría salvado», dice. En opinión de Horton, profesor honorario de la London School of Hygiene and Tropical Medicine y de la University College London, los gobernantes actuaron propulsados por una combinación de ignorancia, cinismo y soberbia. Todavía peor, contaron con la estupefaciente connivencia de un puñado de asesores y portavoces científicos más interesados en engrasar la propaganda, y asegurarse el alpiste, que en actuar como el canario en la mina. Resulta evidente que populistas de manual como Trump, Johnson o Sánchez multiplicaron las muertes gracias a una concepción patrimonial de la res pública y a su probada y amoral chulería. Entiendo menos que alguien confunda con Peter Fonda a un Simón agraciado con la rectitud moral de un oncólogo a sueldo de Phillip Morris. Como dice un amigo, «Cuarenta mil muertos, la peor estadística del mundo, hacedme una foto de rocker a lo Easy Rider, que no tengo vergüenza».
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