Tribuna
Junín 2024
Este año de 2024, cuando se cumplen 500 desde el inicio de la historia compartida con Perú y 200 de su emancipación y, sobre todo, cuando los lazos hispanoperuanos siguen muy vivos consecuencia, entre otras, de una numerosa inmigración, bien está recordar nuestra común historia
Hay pueblos que a falta de victorias celebran derrotas, y otros que, ensimismados en sus éxitos, ignoran sus fracasos. En ambos casos hay una cierta dosis de falsedad histórica, impropia de sociedades desarrolladas.
Las derrotas deben ser analizadas y estudiadas desapasionadamente pues, como es sabido, más enseña un fracaso que cien éxitos. Sin embargo, no siempre es así. Sirva de ejemplo la batalla de Junín que, junto con la de Ayacucho, puso fin al Virreinato del Perú hace ahora 200 años. La historiografía española le ha dedicado escasísima atención a dicha batalla, a pesar de su trascendencia en el final de nuestra presencia en América.
Es muy posible que ambas derrotas, Junín y Ayacucho, fueran el lógico devenir histórico de una emancipación que, por una u otra razón, se venía abriendo camino. Pero también es cierto que, a la vez, se dieron una serie de acontecimientos que coadyuvaron a la aceleración de esa emancipación, entre los que destacan, a juicio del coronel peruano Paredes Távara, los siguientes,: «la debilidad política de España en su territorio, la invasión francesa de España, la aparición de los EEUU, el naufragio de la flota que partió de Cádiz en refuerzo del Perú, el levantamiento de Rafael del Riego, la truncada expedición militar española para recobrar y mantener sus colonias, el golpe de estado al virrey De la Pezuela, la fragmentación del ejército real de España y la pérdida de fe del ejército monárquico, las declaraciones de independencia del Perú». Ello sin olvidar el papel de la masonería y el decidido apoyo de Inglaterra.
Parece que el destino había apostado ya por la ruptura entre españoles americanos y peninsulares, porque es sabido que historiadores de ambas orillas del Atlántico consideran las guerras de emancipación como auténticas guerras civiles entre españoles. Es significativa la obra del historiador peruano Pereyra Plasencia La independencia del Perú: ¿Guerra colonial o guerra civil? En efecto, cuatro quintas partes del ejército realista lo componían soldados locales y tanto en Junín como en Ayacucho no eran más de 500 peninsulares entre los dos bandos enfrentados, de un total de 12.000.
En todo caso, son escasísimos los estudios españoles sobre la batalla de Junín. Una posible causa, aparte de la ya archiconocida orfandad de la derrota, podría ser que se quisiera soslayar la misma, degradándola a simple escaramuza sin importancia. Sin embargo, por parte emancipadora se realza la victoria exaltando la discutible figura de Bolívar. Casi con toda seguridad, ambas versiones son incorrectas.
En efecto, la derrota en la Batalla de Junín, también conocida como la «Batalla de las Caballerías», tuvo un efecto demoledor entre las tropas realistas, especialmente sobre la Caballería que había afrontado el combate con la aureola de invicta hasta ese momento, suponiendo un enorme golpe a su prestigio y el correspondiente rearme moral del ejercito emancipador.
Tampoco es cierto que Junín fuera una victoria de Bolívar. Si por él hubiera sido, Junín estaría entre sus derrotas. El combate entre las Caballerías realista y emancipadora inicialmente fue tan favorable para la primera que Bolívar dio por perdido el choque, abandonando el campo de batalla y ordenando, para salvarla, el repliegue del resto de su Caballería. En honor a la verdad, Bolívar tuvo palabras sumamente elogiosas para nuestra Caballería, según relata en primera persona el general Miller, jefe de los jinetes peruanos.
Sin embargo, una abominable pero feliz desobediencia frente al enemigo cambió el curso de la batalla y quizás de la historia. El teniente Razuri, responsable de transmitir la orden de Bolívar de replegar el resto de su Caballería, la transformó por iniciativa propia en un ataque a la desordenada retaguardia de la hasta entonces victoriosa Caballería realista, suponiendo un giro trascendental del combate. El desobediente Razuri hoy día es reconocido como héroe nacional y Junín, citado en el himno colombiano. A los jinetes vencedores les dieron el nombre de Húsares de Junín, quienes actualmente constituyen la guardia presidencial peruana. La Fortuna es así.
No obstante, sería injusto reducir la victoria peruana a una cuestión de fortuna. La Caballería realista cometió gravísimos errores impropios del Arma, entre ellos la búsqueda del combate a más de 4.000 metros de altitud; con los perniciosos efectos que eso produce en hombres y caballos; sobre todo tras varios días de marchas forzadas por el terreno más áspero de uno de los países más montañosos del mundo; prescindiendo del apoyo de la Infantería y la Artillería que no combatieron; empeñando todas sus fuerzas en una carga tan precipitada como peligrosa; todo ello sin constituir reserva alguna. La derrota fue consecuencia de errores propios, quizás por exceso de confianza.
Este año de 2024, cuando se cumplen 500 desde el inicio de la historia compartida con Perú y 200 de su emancipación y, sobre todo, cuando los lazos hispanoperuanos siguen muy vivos consecuencia, entre otras, de una numerosa inmigración, bien está recordar nuestra común historia.
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