Opinión

Dineros europeos

Últimamente parece que toda la política gira en torno al asunto de los dineros europeos. Bueno, toda no, porque está lo de las cuentas podemitas que no se traga el Tribunal de ídem, pero sí la Fiscalía, y lo del espionaje a Bárcenas. Pero lo mollar está en la pasta de la Comisión Europea porque, según dice falsamente el gobierno, sin unos presupuestos de adhesión inquebrantable, no van a venir; y si no vienen el país será una ruina. Menudo argumento: somos pobres por tu culpa, le dicen a Casado, como si sus votos fueran un bálsamo de Fierabrás, pero sin los ochenta padrenuestros, avemarías, salves y credos de rigor, según la fórmula cervantina –porque sólo faltaría que Sánchez y su escudero fueran por el mundo rezando rosarios y haciendo rogativas, incluso a pesar del apellido de este último–.

El caso es, sin embargo, que los dineros europeos son cosa menor, aunque unos sean gratuitos y otros tengan un coste reducido. Lo señaló el Gobernador del Banco de España cuando dijo que, con ellos, sólo se cubre la décima parte de la financiación que necesita el Estado en los próximos siete años. O sea, para entendernos: cada año nos van a dar desde Bruselas 20.000 millones, de aquí a 2027, pero todavía nos faltan otros 180.000 millones que habrá que sacar de alguna otra parte. Por eso no se entiende bien por qué se arma tanto revuelo cuando los del PP van pregonando que ellos son oposición y que no les corresponde avalar las deudas del gobierno. Debe ser que en la izquierda queda poca gente que entienda de números –y aún menos de cómo gestionarlos–.

Esto último se ve muy bien cuando se observan las realizaciones económicas del gobierno en materia de crisis post-epidémica. Así, los aplazamientos de impuestos apenas son, en España, un 0,8 por ciento del PIB –ocho veces menos que la media europea–. El tan cacareado «escudo social» no llegará a sumar el 0,21 por ciento del PIB –y eso cuando se logren tramitar los centenares de miles de peticiones del Ingreso Mínimo Vital–. El llamado «impulso fiscal», en el que se cuentan desde los ERTE hasta los costes sanitarios, supone el 3,7 por ciento del PIB –menos de la mitad que en Alemania y el Reino Unido o la cuarta parte que en Chile, Perú, Brasil y Turquía—. Y los avales del ICO, otro 3,7 por ciento del PIB, se quedan por debajo de la mitad del promedio europeo. Con estos antecedentes, me temo que los dineros comunitarios sólo van a servir para disimular malamente la incompetencia del gobierno.