Opinión
Clase media en África
Hubo un tiempo en el que la pobreza era sobre todo asiática. Y a nadie le asombraba que los cantantes famosos organizaran un concierto benéfico en favor de Bangladesh. Más tarde, la pobreza pasó a ser fundamentalmente africana. No por azar sino por política. Como dijo Amartya Sen: el hambre no se debe a la falta de comida sino a la falta de libertad. Cuando las autoridades dejaron de fastidiar tanto a sus súbditos, su trabajo empezó a rendir, y con la crisis del comunismo millones de asiáticos pudieron dejar atrás la pobreza extrema.
El comunismo también explica la historia de África, porque muchos de sus países, alcanzada la independencia, aplicaron el socialismo, con la poco sorprendente consecuencia de la miseria. Pero allí también impactó para bien la caída del Muro de Berlín.
Subsisten terribles males, como las guerras, que se reflejan en los desesperados intentos de tantos africanos por llegar a Europa. Pero mientras que esos emigrantes son visibles para nosotros, lo que no solemos ver es cómo ha prosperado África gracias a la libertad. Y al trabajo de los africanos, no gracias a las donaciones ni a la absurda y tantas veces corrupta ayuda exterior.
Rainer Zitelmann, en «The Power of Capitalism» (LID Editorial), cuenta la historia de emprendedores africanos, como Peter Munga, el keniano fundador del Equity Bank, o el sudanés Mo Ibrahim, del sector de la telefonía móvil. Hay otros muchos, que han impulsado el crecimiento del continente.
Una encuesta preguntó a ciudadanos europeos qué cosa positiva tenía África. Subraya Zitelman: «Solo un 1 % mencionó los modelos de negocio como la banca a través del teléfono móvil, y un 3 % habló de las empresas». Pues eso que no vemos es una realidad importante: «Según algunas estimaciones, la clase media en África suma hoy 350 millones de personas, un tercio de la población, y ha aumentado más de un 200 % en los últimos 30 años». Está cambiando a mejor la vida de los africanos, y eso es la clase media. Mientras aquí los solemnes nos bombardean con «trampas de la pobreza» y «globalización neoliberal», los empresarios y los trabajadores de África están saliendo adelante allí donde hay dosis, aunque sean modestas, de paz, justicia y libertad. Nos lo enseñaron los mejores economistas, desde el viejo Adam Smith hasta Peter Bauer o William Easterly.
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