Opinión
El imperio socialista de los Incas
El escritor anticapitalista francés Laurent Binet declaró a «El País»: «Con los incas, tendríamos Seguridad Social desde hace siglos». De haberse impuesto los indios a los españoles, habríamos tenido «una globalización menos brutal». Este absurdo ilustra el progresismo hegemónico. Cualquier cosa quiere, menos el capitalismo, es decir, cualquier cosa menos una sociedad de mujeres y hombres libres. La caída del Muro de Berlín, y la incuestionable verificación del carácter genocida del anticapitalismo solo les hizo titubear momentáneamente, y pasaron a gran velocidad a olvidarse del comunismo y a aferrarse a lo más parecido que tienen a una sociedad antiliberal: el moderno Estado redistribuidor. De ahí la celebración de Binet: de haber sido conquistados por los incas, hace tiempo que tendríamos el Estado de bienestar, es decir, un alto grado de coacción política y legislativa. Naturalmente, lo aplaude.
El protosocialismo de los Incas es bien conocido, y fue señalado por el propio Marx como variante del comunismo primitivo. Menos conocido es que el jurista y economista francés Louis Baudin publicó en 1928 un libro titulado «L’Empire socialiste des Inka». La edición norteamericana, de 1961, cuenta con una introducción de Ludwig von Mises, nada menos. Binet, por tanto, llega casi un siglo tarde a destacar la subordinación de la masa del pueblo a la minoría gobernante, característica de los incas y de todas las variantes anteriores y ulteriores del socialismo. «La propiedad de las masas –dice Baudin– estaba socializada; las elites, en cambio, desarrollaban una propiedad privada».
Mises destaca que, aunque hay muchos libros sobre el socialismo, el mérito de Baudin es «bosquejar cómo es la vida bajo un régimen colectivista, cómo es el espectro de un animal humano desprovisto de su cualidad humana fundamental: el poder elegir y actuar».
Para el gran economista austriaco, el modelo incaico es más zoológico que antropológico; la gente «no tenía que preocuparse porque, como el ganado, su suerte no dependía de su conducta, sino que estaba determinada por el aparato del sistema». Todas las variantes de la izquierda nos aseguran de que solo el socialismo garantiza una genuina libertad. Pero el análisis de los incas en este pionero trabajo de Baudin demuestra a las claras, concluye Mises con ecos de Tocqueville, en qué consiste esa libertad articulada en función del Estado: «es la libertad que el pastor concede a su rebaño».
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