Opinión
Una verdad, por favor
Mienten los políticos, los bancarios, los gestores, los nada. Todo lo que me ofrecen tiene oscuras intenciones. Si me regalan megas es porque me van subir el recibo del teléfono. Si me comunican que he ganado algo a cambio de rellenar una encuesta, finalmente me pedirán el número de mi cuenta corriente. Ya me han estafado por más de quinientos euros, y cuando fui a denunciarlo la policía me aseguró que era el timo de los nuevos tiempos. Internet se ha convertido en el paraíso de estafadores, maltratadores, pedófilos, acosadores, cobardes y todo tipo de canallitas.
Si por las redes es fácil que te engañen, será mejor comprar en tiendas con rebajas, piensas. Pues no, te advierten enseguida, las rebajas y black fridays tienen truco en su mayoría. Ostris.
Y con la salud, esos dentistas de los anuncios tan preocupadísimos por nuestras encías, solo quieren venderte un dentífrico. Y algunos de los de verdad, te sacan cinco caries de debajo de las piedras. Luego vas a la farmacia y aquello parece el bazar de los milagros, tienen productos hasta para que te crezcan los enanos.
A la par, mi buena médica de cabecera se ha vuelto naturista y receta meterse ajos debajo de la almohada. Yo, desorientada, opto por ir al psiquiatra. Pero me dicen los psicólogos que ni se me ocurra, que son muy peligrosos y mandan drogas matariles, que lo mejor es una sicoterapia de unos veinte años a ciento cincuenta la sesión.
Y qué decir del amor. En la calle solo te miran los tuertos, y en las aplicaciones el que dice que tiene cincuenta no cumple los sesenta y cinco. En fin, que no se a quién recurrir. Una verdad, por favor.
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