Política

Seguir en La Moncloa, pase lo que pase

La sociedad española asiste entre paralizada e inquieta ante la dirección que el país ha tomado con el Gobierno de coalición de izquierdas –el primero desde la Segunda República, como si fuera la clave del éxito–, precisamente en un momento en el que se anuncia una crisis económica que destruirá millones de puestos de trabajo. Pero cómo si aquel lema de «es la economía, estúpido», utilizada para expresar que lo que importa es el progreso de las personas, sus hijos y familia, la condiciones de vida, el poder adquisitivo, pagar las facturas, la casa, el colegio, unas pequeñas vacaciones... no fuera con ellos. Como si fuese cosas de neoliberales. Precisamente un gobierno que se pavonea de ser de izquierdas, como si con eso tuvieran ganado el cielo, está entretenido es inconfesables pactos en los que se negocian cuestiones políticas como ayudar a ERC para que pueda ganar las elecciones en Cataluña, y con ello emprender, de nuevo, un tripartito con el que creen satisfacer al independentismo. Para ello, nada como sembrar agravios, resentimientos, litigios territoriales, odio... ahora contra Madrid, con una renovación del lema «España nos roba», el grito del ultranacionalismo para sacar a los catalanes a la calle y llevarles a un callejón sin salida para ocultar sus corrupción sistémica. Ahora es «Madrid no roba», que es donde gobierna la derecha, con lo que Pedro Sánchez está dando la solución a los sediciosos. El mismo esquema es aplicable a los nacionalistas vascos, padres e hijos, de derechas y de izquierdas, pero foralistas todos. Los privilegios vascos, el cupo, la hacienda propia, no se toca. La memoria de las víctimas asesinadas por ETA, tampoco. Pero, mientras, los indicadores de la caída del PIB, la perspectiva de cierre de empresas en cuento se consuman los Erte, el endeudamiento bancario, la imposibilidad de hacer frente a los gastos familiares... es fruto de una oposición dispuesta a amargar el lema del PSOE («Salimos más fuertes»), un producto de esa factoría de realidad virtual en la que se ha convertido La Moncloa. Pedro Sánchez tiene un objetivo claro: 2026. Seguir en el Gobierno todo el tiempo que pueda, y mantener a su lado al perro guardián de la calle, Podemos, el que le asegura la paz social. ¿Se imagina cómo sería esta crisis gobernando el PP?

Para ello, Sánchez no sólo no necesita oposición con la que pueda pactar los grandes temas de Estado, esos 140.000 millones de euros que llegarán de Europa, sino que ni le hace falta Gobierno. La facción de Pablo Iglesias es un grupo de ministros sin apenas presupuesto y atribuciones, una mera cuota para contentar a la «famiglia», con casos de comisariado político de género que insulta a las propias mujeres, como es el caso de Irene Montero. Mientas España se encamina a una crisis económica que golpeará a trabajadores y clases medias, el Gobierno trabaja sin descanso para dividir el país en dos.