Inmigración ilegal

El buenismo pijo-progre

Me encanta la irresponsable solidaridad pijo-progre que acaba teniendo como consecuencia la radicalización social

Uno de los elementos básicos del manual de un pijo-progre es convertir a España en el paraíso de la inmigración ilegal. Este buenismo es muy peligroso ante un problema tan complejo. Ellos prefieren llamarlos migrantes para normalizar el fenómeno más grave y complicado que afronta la Unión Europea. Los que no aceptan la idea que subyace en «los papeles para todos» son una colección de fachas insensibles. El mundo no es ideal y avanzamos con paso lento, aunque cada vez más rápido si se tiene una visión amplia de la Historia, hacia una mayor solidaridad y sensibilidad colectiva con los sectores más desfavorecidos. La izquierda pretende asumir esa defensa en solitario, porque le resulta electoralmente muy útil, aunque cuando llega al gobierno no acostumbra a ser coherente entre lo que defendía en la oposición y lo que hace cuando alcanza el poder. El asumir todo el flujo de inmigrantes que entra o quiere entrar de forma ilegal comporta un evidente efecto llamada. Hay muchísima gente desesperada que necesita huir de pobreza, la violencia étnica o los conflictos militares. Las razones son numerosas, pero la solidaridad no puede ser ilimitada, ya que los recursos son finitos. Todo el mundo es muy solidario, pero siempre que sea lejos de sus casas.

Al final todo se reduce a la idea de «sí, pero no en la puerta de mi casa» para todo aquello que nos incomoda, rompe el espacio de confortabilidad o no entendemos. Es lo que sucede si se plantea instalar inmigrantes al lado de las viviendas de los pijo-progres, un centro de tratamiento de drogodependientes o un albergue para personas en situación de vulnerabilidad. Estoy pensando en los dirigentes de izquierdas, periodistas y columnistas progres e intelectuales de salón que se dedican a dar lecciones, ya que podrían destinar una habitación de sus casas a la acogida temporal de estos colectivos. Algunos que gozan de varias viviendas podrían dedicarlas a estas labores mostrando que pasan de las palabras a los hechos. Las cosas son muy fáciles cuando se dicen en una tertulia o en una columna de opinión. No es cómodo encontrarte en casa durmiendo al hijo de una amiga de tus padres que acaba de salir de un programa de desintoxicación. Eso sí, queda muy bien pedir papeles para todos o defender a la sufrida clase trabajadora sin haber tenido que pagarse los estudios. Me encanta la irresponsable solidaridad pijo-progre que acaba teniendo como consecuencia la radicalización social. Por tanto, los animo a que acojan a una persona con dificultades en sus confortables hogares.