Política

La puñetera verdad, por Pedro Narváez

«No tienen valor para decir a la jeta que de aquí a mayo faltarán 50.000 personas»

Nos tratan como a niños de teta con la leche de las ubres del Estado acabándose o en rebajas, un tanto agria. El infantilismo no es posturita de youtuber con pasta sino de señores ministros que creen que tienen dinero como para asar una vaca, recordando aquella expresión cumbre de la corrupción hispana, y nos dejarán con el forro de los bolsillos hacia fuera sin ni siquiera un pollo de plástico con el que hacerse un selfie. Las reuniones del Gobierno, como la de ayer, acaban en una suerte de carta a los Reyes Magos para padres crédulos e infantes descarriados. Viven en una perpetua Navidad de mentiras, un despotismo ilustrado sin lustre para no decirnos a la jeta la que se nos viene encima. La de tumbas que tendremos que pisar mientras aquel ministro de mentirijilla hace campaña a mayor gloria de un absurdo democrático, como si lo más importante para nuestras vidas fuera sentarse a una mesa sin la mínima distancia ética a negociar una amnistía sin protección. Panda de cretinos. La fría predicción matemática calcula que de aquí a mayo morirán 50.000 personas en España a causa de la pandemia, pero el discurso oficial en lugar de preparar a un pueblo para la tragedia lo distrae con la fórmula política de unas elecciones o con la de la vacuna, el Santo Grial que no llega nunca. No tienen el mínimo valor para mirarnos fijamente a los ojos e inocular en las pupilas abiertas el éxtasis líquido de la verdad. Digamos que más que valor les falta vergüenza.

Cada comparecencia de Simón es un número de los payasos de la tele, solo que cambia la respuesta al ¿cómo están ustedesssss? Un día tendrán que ajustar cuentas, si no con la Justicia, que para entonces ya estarán también amnistiados, con su propia conciencia. Contemplamos boquiabiertos que en el registro civil ya nos podemos inscribir como transexuales con solo desearlo, no me llames Dolores, llámame Lola, y otras chaladuras de la socialdemocracia reaccionaria y antifeminista, en fin, zambombas, en lugar de ir al turrón. Los que no alcancen a mayo les estarán muy agradecidos por llegar al otro mundo con otro nombre. Eso sí que es una gran labor social.