Opinión

La venganza

Dicen que la venganza es un plato que se sirve frío, se disfruta lento y tiene un sabor muy dulce, y, como sentimiento humano, está en la cabeza de todos en mayor o menor grado. En literatura o en cine los amos absolutos de su abanderamiento son los italianos y, afinando un poco más, podríamos decir que los sicilianos. Va marcado en su ADN, y la sangre que se ha derramado a causa de las vendettas haría subir el nivel del Mediterráneo, el Tirreno, el Adriático, el Jónico y hasta los mares menores como el de Liguria y el bello y esmeraldino mar de Cerdeña. Imagino que el sentimiento de Espinosa de los Monteros en el último día de presencia del chepas en el congreso habrá sido muy parecido al de los miembros de la “ndragheta”, o sea, la Cosa Nostra, no porque tenga los mismos instintos criminales de la Camorra sino por poderle espetar en la nuca aquello de “cierre la puerta al salir”, como el del moño se lo dijera hace un año cuando el portavoz de Vox abandonó la Cámara Alta al no poder soportar la acusación de Iglesias, quien acusó a su formación de querer un golpe de Estado como el de Tejero. “¡Cierre la puerta al salir!” es la frase que ahora le han podido endilgar quienes le desean tanto sosiego como el que deja en las Cortes, si bien Marco Aurelio ya advirtió que “la mejor venganza es no ser como tu enemigo”. Compadezco a quienes tienen que padecerlo ahora en la Asamblea de Madrid aunque teniendo en cuenta los nombres que ya vamos conociendo que integrarán las listas de centro derecha no habrá quien se arredre ante los espumarajos que por la boca arrojará el candidato de la ultraizquierda.

Veo que han rescatado a mi amiga Alicia Sánchez Camacho del ostracismo donde hace ya tiempo estaba sumida. Es una magnífica parlamentaria, aunque en su momento no demostró, o no pudo demostrar, su valía. Toni Cantó, que va en la lista del PP como independiente, tiene la tara de proceder del partido naranja, y el transfuguismo no lo digiere mucha gente. Ya veremos.

Entre tanto Rajoy se da a la dolce vita después de dejarnos el marrón de Sánchez para tanto tiempo como lo estamos sufriendo. Y que nadie me argumente que constitucionalmente no le quedaba otra porque el parche a semejante dislate tenía que haberlo puesto año y medio antes. A los políticos se les exige que sean un poco visionarios para atacar cuando todavía no es tarde. Pero ahí lo tenemos, al borde de una jubilación dorada disfrutando de los amigos que lo miman y lo requieren constantemente para agradables reuniones, fines de semana y vacaciones en el mar. Los conozco bien a todos y sé que es así. Mejor para él y que lo disfrute, que cosas buenas también hizo, como salvarnos milagrosamente de la crisis ruinosa y el carajal en que nos revolcó el presidente Zapatero, de tan triste recordación, tan ligado ahora a Maduro y a Venezuela.

Luego está lo de Biden, que lo mismo asegura que legalizará a millones de emigrantes que se jacta de expulsar a decenas de miles de “sin papeles”. Menos mal que la Semana Santa, aunque sin procesiones, ha estancado un poco la hiperactividad política, si bien Madrid sigue siendo un hervidero de novedades. ¡Ay Madrid, Madrid, cómo te amo!