Pedro Sánchez
Sánchez de campaña en Angola
Aunque parezca una eternidad, «solo» han transcurrido 15 meses desde que Sánchez fuera investido Presidente del Gobierno por el Congreso por la vía digamos «natural», pues la vez anterior lo hizo mediante la vía indirecta de la moción de censura y, en el tiempo transcurrido, ha pasado de creer que gobernaba España a tener que gobernar una pandemia primero y ahora una campaña de vacunación.
Aunque todavía no ha tenido oportunidad de demostrar sus dotes de gobernante, sus capacidades resultan harto difíciles de creer, cuando afirma que «las cifras hablan mejor que las palabras» del balance de resultados –como dijo desde Angola en su intervención como candidato socialista frente a Ayuso–, ya que los números reales –no los suyos– sitúan a España en la cima, tanto de fallecidos por Covid como en la caída del PIB.
De sus dotes de estadista dan fe esos comentarios en su reciente gira africana. ¿Alguien se imagina a un dignatario europeo que esté de visita oficial en España, no solo hacer campaña electoral, sino hacerlo contra una autoridad regional de su país? Acostumbrados al sanchismo, puede que aquí no se tenga muy en cuenta, pero fuera ya le van conociendo, y el crédito y la confianza en nuestro país caen en picado.
Basta y sobra para verlo el ejemplo de su deseado Biden no habiéndole contestado personalmente tres meses después de su toma de posesión. Para nuestra desgracia, no creen en sus palabras, ni en sus cifras. Ni aquí, ni en Washington, ni en Angola.
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