Opinión
El factor Ayuso y la batalla de Madrid
Ayuso es una persona con ideología, convicciones e ilusión que buscar aplicar su programa al servicio del progreso de Madrid
La esperanza es lo último que se pierde, pero el PSOE considera muy improbable que la izquierda pueda sumar el 4 de mayo. Madrid es una comunidad mayoritariamente de centro-derecha como demuestran las series históricas de las últimas décadas. Otra cuestión distinta es que en las pasadas autonómicas ganarán los socialistas porque la división perjudicó, como es lógico, al PP, pero la suma, que es lo decisivo en un sistema parlamentario, dio el gobierno a Ayuso. Un error de manual fue menospreciarla. Es lo mismo que sucedió con Aznar, Zapatero o Sánchez. No importa si se llega al poder por méritos propios o errores del rival, porque una vez se sientan en Moncloa todo cambia. El caso de Sánchez es muy interesante. Desde la derecha lo denominaban el «okupa» y ahora es el inquilino de pleno derecho. Los más jóvenes no recuerdan las campañas que sufrió Aznar, pero ganó a González, el gran icono del socialismo.
En el caso de Zapatero se glosó sobre el error de no haber elegido a Bono, que tenía experiencia y proyección. Una vez más se reprodujo la misma miopía y ganó dos veces sucesivas. Es cierto que la brutal crisis del 2008 favoreció al PP que consiguió en 2011 la mayoría absoluta, aunque luego la dilapidó favoreciendo la irrupción de Vox y el crecimiento de Ciudadanos. Lo hizo muy bien impidiendo el rescate y sentando las bases de la recuperación, pero los españoles no votaron un gobierno tecnocrático. Esto demuestra, por si alguien tiene alguna duda, que la ideología es muy importante. Ayuso es una mujer de firmes convicciones y con una carga ideológica potente que sus enemigos no han entendido o han ignorado. Este es el elemento más fuerte, definitorio, al que se une su capacidad de trabajo e ilusión por llevar a cabo su proyecto para Madrid. En otras ocasiones he señalado que existe un enorme machismo, explícito o implícito, entre los machos alfa de la política y especialmente en Pablo Iglesias. Por ello, hemos escuchado a muchos políticos y periodistas descalificarla denominándola la «comunity manager» de Pecas, el perro de Esperanza Aguirre, que era simplemente una parte irrelevante como responsable de comunicación y redes sociales del PP. Por lo visto, el resto de su currículo era irrelevante en la estrategia de descalificación.
No hay duda de que esos excesos retóricos de sus enemigos la han beneficiado. El otro día estaba viendo el video en el que corría por las calles de Madrid. Es difícil encontrar una pieza que refleje mejor su tenacidad, proximidad y carácter humilde. Es una chica joven que no se «disfraza» para correr y lleva ropas corrientes, no pretende batir récords y quiere llegar a su objetivo. Es la ventaja de no ser una pija/pijo progre como otros candidatos o dirigentes políticos que tuvieron una vida regalada gracias a pertenecer a familias acomodadas. Desde que empezó la carrera de periodismo en la Complutense, lo cual comportaba haber tenido unas muy buenas notas de acceso a la universidad, voló sola sin el «paraguas» familiar. No le debe nada a nadie. Otra cosa, como es lógico, es que esté en deuda con los madrileños que le apoyaron y le apoyarán el 4-M. Es una persona normal con ideología, convicciones e ilusión que busca aplicar su programa al servicio del progreso de Madrid.
La comunidad se ha convertido en el muro de contención frente al populismo. El problema no es que gobiernen los socialistas, sino el tipo de socialismo que aplicarían y bajo el control, además, de Más Madrid y Podemos. No sería un socialismo moderado, sino la repetición de los excesos disparatados que se viven en otras comunidades. Madrid sería sólo un apéndice del gobierno socialista-comunista. No puede existir un panorama más inquietante. La realidad que se vive en España muestra los enfrentamientos dentro del gobierno entre las ministras y ministros socialistas con sus homólogos de Podemos. No hay más que ver el nivel curricular de unos y otros. Es lo que sucedería si las izquierdas suman y sufrimos un gobierno de Gabilondo controlado por Iglesias y Errejón que, además, se odian. No me sorprende que esta expectativa haya provocado una gran desasosiego y la movilización en el centro-derecha.
Este escenario dibuja una realidad preocupante para la izquierda política y mediática que ha desatado una campaña muy dura contra la candidata popular. No creo que tenga éxito, pero no hay más que ver los insultos, descalificaciones y excesos que venimos escuchando. Esta desesperación es muy sintomática. En primer lugar está Ángel Gabilondo, que es una persona educada y bien formada, pero la convocatoria electoral le ha convertido en un candidato poco creíble porque estaba haciendo las maletas para ser el próximo defensor del Pueblo. La ruptura de las relaciones entre el PSOE y el PP, por la fracasada operación de las mociones de censura, paralizó la renovación de los órganos constitucionales que se estaban negociando. Fue un efecto colateral de una las mayores chapuzas políticas de los últimos tiempos. Sánchez ya se ha encargado de preparar la sucesión de Gabilondo si los resultados son los previstos.
En el caso de Más Madrid, la irrupción de Iglesias como candidato para salvar a Podemos de la desaparición, tal como coincidían todas las encuestas, perjudica a la candidata, Mónica García, que llevaba camino de conseguir un resultado muy bueno a la vez que era un decisivo impulso para que Errejón pudiera consolidar una marca nacional que absorbiera buena parte de los votos podemitas. Nada gustaría más a La Moncloa que la desaparición de Iglesias y sus incómodos compañeros de viaje y sustituirlos por una izquierda más sólida y responsable, ya que a su derecha ha perdido la opción de Ciudadanos. Madrid se ha convertido en la gran batalla que condicionará la política española y abrirá una nueva etapa, sin lugar a duda, muy apasionante.
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