Opinión

El cuaderno de Chapu Apaolaza: Maldita la gracia

En Moncloa les susurran los discursos las musas del mañana y toman el tono de su política del La sostenido del organillo de James Rhodes.

El Tribunal Supremo se ha pronunciado sobre los indultos a los políticos presos en un documento de veintiún páginas que es poesía. Me aprendo de memoria pasajes para citar en alguna ocasión, en algún brindis, quizás, o a la luz de una luna. Como esta:  “El  asunto ofrece la singular perspectiva de que algunos de los que aspiran al beneficio del derecho de gracia son líderes políticos de los partidos que garantizan la estabilidad del Gobierno llamado al ejercicio de la gracia”. Ya en su día, Sánchez cortocircuitó los Presupuestos Generales del Estado con el banquillo del Supremo cuando pidió su apoyo a los tipos a los que se estaba juzgando y excavó un pasadizo tenebroso en el corazón de mi Españita. Ahora su vida política depende de aquellos reos. Parece que la monstruosidad de indultar a los tipos de los que dependes la ve hasta la Justicia, que es ciega, pero no muda.

El Gobierno le toma los bajos a los pantalones del muñeco y prepara su pastel poniendo al lado de indulto palabras hermosas, inspiradoras, casi de un constitucionalismo paulocoelhiano: concordia, magnanimidad, nuevo tiempo. Es este un verbo ‘redondo’. En Moncloa les susurran los discursos las musas del mañana y toman el tono de su política del La sostenido del organillo de James Rhodes.

Ah, la gracia concedida. Me contaba mi padre que los domingos por la mañana mi abuelo lo despertaba con los discos de Concha Piquer e iba por la casa gritando “Qué gracia tiene esta mujer”, y mi padre se preguntaba qué gracia podía tener esa mujer si está todo el día llorando.

La gracia es una de las palabras que da lugar a más expresiones de nuestro idioma. El diccionario ofrece de ella más versiones que José Luis Ábalos de lo de Plus Ultra: dar las gracias, caer en gracia, gracias a Dios, año de gracia, tiro de gracia y maldita la gracia. Sánchez es un presidente muy agraciado. También Oriol Junqueras, pero de otra manera. La gracia es el ingenio, el duende y algo muy esquivo que no se sabe si está o no, que se posa con el aire y con el aire se va. En Andalucía si te dicen que eres muy gracioso, en realidad te están diciendo que eres un idiota.

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