Opinión

Lo que no es, no puede ser

Nada puede sobrevivir instalado perpetuamente en la contradicción

Con Pedro Sánchez en el Gobierno conocemos nuevos conceptos e ideas propios del relativismo y del actual tiempo de postverdad. De la «nueva normalidad» pasamos ahora a tener que asumir con normalidad los indultos a los «presos políticos» (sic) y a naturalizarlos; o sea, a verlos como algo natural. Hace un año también el exvicepresidente Pablo Iglesias demandaba desde la sala de prensa de Moncloa, poder «naturalizar» el insulto; así que hemos pasado del insulto, al indulto.

Todos asumimos transitoriamente incoherencias, pero nadie ni nada puede sobrevivir instalado perpetuamente en la contradicción. Es el principio fundamental de la Filosofía y la Lógica, ya enunciado por Aristóteles, de la no contradicción: «Una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo». Es decir: un Gobierno de España, obligado a cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes, y a trabajar por el bien común y el interés general de España y los españoles, no puede sobrevivir instalado en la contradicción de tener que hacerlo mantenido por quienes tienen como objetivo político la destrucción de la unidad nacional, fundamento de nuestra Constitución y de la propia convivencia.

Sánchez e Ivan Redondo podrán revestir su decisión de toda la presunta «justicia, equidad e interés público» que quieran, pero basta ver y escuchar a los indultables para convencerse de lo contrario: sin el más mínimo arrepentimiento, no puede haber una medida de gracia. Si va acompañado del insulto a los españoles, como la lideresa procesista Borrás, es además indigno. Lo que no es, no puede ser.