procés

Muerte a plazos

Se emite en directo la muerte a plazos de una democracia que no merece esta agonía

Sostienen los juglares del indulto que la desinflamación necesita gestos. Pero qué ademán de buena voluntad cabe exhibir frente a unos delincuentes orgullosos de serlo. Como le contaba a un buen amigo, creer que pavimentamos el camino de baldosas amarillas rumbo a la pacificación es puro wishful thinking. ¿Diálogo? En Cataluña, ahora mismo, la ley de todos o bien se ignora o bien luce como simple provocación. Son incontables los manifiestos de unas universidades concebidas como ariete nacionalista, el uso de las instituciones y edificios públicos con fines partidistas, el incumplimiento de los requerimientos y sentencias judiciales. Con los indultos, lejos de pacificar, premian a unos golpistas. Potencian el encabronamiento general y, de paso, ceban la deriva decisionista. Entre tanto el gobierno ignora a millones de ciudadanos. Gente dolida, gente humillada, que tuvo miedo aquellos días de 2017, abandonada por las instituciones, ofendida, apaleada, sola, que temió perder sus derechos de ciudadanía y el patrimonio de sus hijos y de los hijos de sus hijos. Cuando Moncloa habla de negociar con Cataluña toma por el todo la parte xenófoba. Ya está bien de ensayar la derrota como única vía para lograr un apaciguamiento mítico, imposible en tanto que el extorsionador nunca encontrará incentivos para cortarse. Lo inaugural no son las acrobacias circenses, la pomadita de los spin doctors o el kamasutra retórico con el que aplacar al cocodrilo, sino cumplir y hacer cumplir la ley. Que la Alta Inspección actúe con contundencia. Que las instituciones observen la obligada neutralidad. Que los medios de comunicación públicos no fomenten el odio contra sus conciudadanos y que los privados no sea un desagüe de subvenciones a cambio de felaciones patrióticas. Que la gente le tome la matrícula a los empresarios que anteponen su beneficio a nuestro honor y nuestros derechos. Que la escuela sea bilingüe y respete la educación de los niños castellanoparlantes. Nada sucederá mientras la izquierda española siga del lado de la bestia etnonacionalista. El presidente habla de tolerancia pero elige como socios a los insurrectos, obcecado en el desprecio y el odio al resto de españoles mientras emite en directo la muerte a plazos de una democracia que no merece esta agonía.