Opinión
La resistencia contra los talibanes
Ha sido una breve guerra civil, otra más, por culpa de la cobardía de los que emprendieron Libertad Duradera
Este jueves se celebró el Día de la Independencia de Afganistán, que conmemora el tratado anglo-afgano o de Rawalpindi (1919), por el que abandonó el estatus de protectorado británico. El emirato había estado bajo su control desde 1879 y su soberano mantenía el poder sobre los asuntos internos mientras que los británicos controlaban el ejército, la policía y la política exterior. Hay que recordar que el Imperio Británico era la primera potencia mundial y los protectorados eran meras marionetas a su servicio. Era una fórmula cómoda para ejercer el poder con un gobierno indirecto. El emirato fue derrotado en las dos guerras anglo afganas de 1839 a 1842 y de 1878 a 1880 y la aceptación del protectorado había servido para detener a los persas y rusos, que no se atrevían con los británicos. Tras el fin de la Primera Guerra Mundial, con la invasión afgana de la India Británica se vivió una breve tercera guerra entre mayo y agosto de 1919 que finalizó con el Tratado de Rawalpindi por el que se reconoció la independencia, pero que fue muy favorable, como era habitual en aquellos tiempos, para los británicos y además se libraban de aguantar a un pueblo indómito. El acuerdo puso fin a ese conflicto y se reconocía la línea Durand, establecida el 12 de noviembre de 1893, como frontera internacional entre la India británica y el emirato. Los afganos había visto mutilado su territorio y con esta solución se consagraba la perdida de una parte muy importante de la zona patsun.
Fue el enésimo acto de la voracidad colonialista del siglo XIX y parte del XX. Los británicos no extenderían sus dominios más allá del paso de Khyber y dejaron de pagar los subsidios. Es lógico que esta fecha se celebre con orgullo y alegría, aunque el problema es que ahora Afganistán está dominado por una facción que se ha impuesto sobre la otra. Una representa una involución histórica, social y cultural que abre un periodo de oscuridad para su pueblo y peligroso para los miopes occidentales. Ha sido una breve guerra civil, otra más, por culpa de la cobardía de los que emprendieron la Operación Libertad Duradera. No puede sonar más irónica esta designación tras escuchar a Biden. Las protestas siguen, pero me temo que por poco tiempo.
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