Carles Puigdemont
La pieza suelta
Pedro Sánchez ha pagado ya no pocos peajes en forma de desgaste político como para que Puigdemont vuelva a interponerse
No solo en la relación entre gobierno central y gobierno de Cataluña, sino en la posición de España como estado antes las instituciones europeas e incluso en el propio juego entre actores políticos del independentismo dentro de esa comunidad, Carles Puigdemont ha sido siempre la pieza suelta del puzle que acababa por distorsionar cualquier estrategia o actuación más allá del corto plazo. No debe olvidarse que, fugado desde hace casi cuatro años, ya lideró la fuerza independentista más votada tras el estéril triunfo de Inés Arrimadas en las elecciones post «155» y teledirigió la más reciente cita con las urnas para empatar con Esquerra republicana, no metiendo en Sant Jaume a un inquilino de su partido por un quítame allá un puñado de votos. Y es precisamente esa condición de pieza descontrolada, la que vuelve a añadir toneladas de incertidumbre en lo que, desde el ejecutivo de Sánchez y la «ERC» instalada en la Generalitat con Pere Aragonés como primer referente se contempla como «agenda del reencuentro». Pedro Sánchez ha pagado ya no pocos peajes en forma de desgaste político -empezando por la concesión de indultos a los condenados del «procés»- además de los que todavía quedan en forma de billetera, como para que Puigdemont vuelva a interponerse en una entente que tiene como primer objetivo político bajar el soufflé de la crispación y sobre todo amarrar la votación de los presupuestos del estado dando largo recorrido a la actual legislatura.
Pero el efecto mariposa ha vuelto a aparecer y en las 48 horas de este fin de semana que será clave a la hora de determinar las posibilidades reales de que el ex president fugado regrese a España para sentarse en el banquillo, todo el andamiaje del pacto gobierno-Esquerra puede acabar renqueando. Elsa Artadi era muy clara ayer en Onda Cero a la hora de cargar sobre el gobierno -y de paso sobre su competidor soberanista- toda la responsabilidad de lo que ocurra con Puigdemont dándose la curiosa circunstancia de que, una entrega del detenido a España sería tan estratégicamente perjudicial para «ERC» y el gobierno de Sánchez, como beneficiosa para los intereses de JxCat y por supuesto para la buena imagen de nuestro Tribunal Supremo. Hoy es difícil ponderar el recorrido real de Puigdemont fuera o dentro de los banquillos, pero desde luego -reconozcámoslo- no es el ridículo presidente de la imaginaria Freedonia en «sopa de ganso». La euroorden sigue activa.
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