Opinión

Casado y el asalto a La Moncloa

Nada de lo que haga gustará a la izquierda mediática o política, lo mejor es centrarse en lo importante

La izquierda está nerviosa por el crecimiento del PP en las encuestas. Es verdad que la única válida, por utilizar un tópico, es la del día de las elecciones. Lo importante es que hay una tendencia que beneficia a Casado en su asalto a La Moncloa. El partido está unido, a pesar de los sueños de los periodistas que quisieran que el PSOE gobernara cien años, como mínimo, y los barones populares trabajan para que sea el próximo presidente del Gobierno. Es bueno recordar que lo que leemos o escuchamos es lo mismo que sucedió con Aznar y Rajoy. Los medios de comunicación hablaban de otras figuras que serían mejores candidatos, pero ambos consiguieron ganar. El ciclo que vivimos beneficia el cambio como se ha visto en Alemania y es bueno recordar el refrán de «cuando las barbas de tu vecino veas afeitar, pon las tuyas a remojar». Hay un cansancio, por causas diversas, hacia los actuales gobiernos. El listillo de Trudeau convocó elecciones para mejorar y empeoró. Es verdad que al final retuvo el poder, pero no consiguió la mayoría absoluta. Sánchez confía en los fondos europeos y en movilizar a su electorado con el miedo a Vox, pero tiene el talón de Aquiles de las exigencias independentistas y un conjunto de socios poco recomendables.

Casado ha diseñado esta larga Convención para fortalecer su proyecto e impulsarse hacia la Moncloa. Es divertido escuchar o leer que ha pinchado, cuando la realidad es que conseguirá visualizar unidad interna, apoyos internacionales y un sólido programa ideológico. Nada de lo que haga le gustará a la izquierda política o mediática, lo mejor es no perder el tiempo y centrarse en las cuestiones importantes. Sánchez tiene la ventaja de aprovechar la potencia propagandística de estar en el Gobierno. Es una clara realidad. La contrapartida es que hay muchas cosas para criticarle y no tardarán en llegar los tiempos de austeridad donde se exigirá el control del gasto público. No puede ser que la prosperidad se sustente en una expansión de la deuda ilimitada, porque en algún momento se tendrá que pagar. Las políticas y ocurrencias del gobierno socialista comunista generan una profunda inseguridad en los inversores nacionales y extranjeros. Por todo ello, el ciclo electoral perjudica a Sánchez y beneficia a Casado.