Pedro Sánchez
Esta vez no cuela
El malestar es cada día más patente en la calle y lo vemos en sectores como el del metal en Cádiz, la agricultura, la ganadería y el transporte entre otros
En una fecha como la de este sábado no son pocos lo que estarían deseosos de contemplar las calles de las principales ciudades españolas atestadas de camisas azules, brazos en alto y marchas organizadas desde esa «extrema derecha» a la que se recurre como instrumento infalible en el cajón de las herramientas de siempre a la hora de tirar de argumentario para las justificaciones de turno. En este nuevo «20-N», no se prevén voces más altas de las anecdóticamente habituales en defensa del anterior régimen, ni existe partido político alguno entre los tachados de «ultraderechistas» al que se pueda achacar la convocatoria de actos a mayor gloria del franquismo. Más bien lo que hoy sábado se va a ver y a oír en la calle es prácticamente lo mismo que en días anteriores y previsiblemente en los próximos, pero relacionado con algo mucho más preocupante pro creciente como es el descontento social en no pocos sectores que contemplan como aquella promesa del «nadie se va a quedar atrás» parece hoy algo más alejada de la realidad.
Sea o no casualidad, la semana coincidente con el aniversario de la muerte del dictador no podía llegar exenta de esas cuestiones que animan a remover los fantasmas del pasado y de las dos Españas, tan rentables en ocasiones para quienes estratégicamente creen obtener beneficio político de la confrontación. Si había algún resquicio para volver a contemplar la figura de Franco a propósito de los desmanes de la dictadura y alimentar los registros favoritos en la misma izquierda que mira hacia otro lado con la represión en Cuba, ese tenía que ser el acuerdo entre el Gobierno y sus socios para encarar unos cambios en la Ley de Memoria que proyectan inevitablemente la sombra de la enmienda al espíritu de la Transición reflejado en la Ley de Amnistía del 77, auténtica garantía de convivencia entre españoles reconciliados y ahora zarandeada a mayor gloria de quienes sueñan con la repetición de la batalla del Ebro por alineación indebida.
Esta vez sin embargo va a ser más difícil que cuele excitar según qué sentimientos, sobre todo porque la sociedad está a otras cosas algo más relacionadas con eso del comer y no precisamente por las recomendaciones del ministro de Consumo nuevo rey del canal cocina. El malestar es cada día más patente en la calle y lo vemos en sectores como el del metal en Cádiz, la agricultura, la ganadería y el transporte entre otros. Ergo recuérdese la experiencia madrileña del «4-M», menos debates manidos sobre el franquismo y más atención a eso que se llama llegar a fin de mes.
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