Editorial

El PP solo ganará con la fuerza de la unidad

El PP celebra este fin de semana el congreso del partido en Castilla y León, que renueva el liderazgo de Alfonso Fernández Mañueco, con la vista puesta en los comicios regionales del 13 de febrero. Génova ha otorgado a este cónclave la máxima relevancia por su ubicación en el calendario electoral y en una coyuntura de enormes dificultades para el país en manos de un gobierno desgastado con una coalición incapaz de enmascarar sus fricciones. La cita resulta una exhibición de músculo político e institucional con el desembarco de todos los barones encabezados por la cúpula con Pablo Casado y Teodoro García Egea. Se quiera o no, dadas las recientes desavenencias a cuenta del futuro del PP de la Comunidad de Madrid, que han desorientado a los electores y han ralentizado el respaldo demoscópico en crecimiento desde el triunfo de Isabel Díaz Ayuso el 4-M, el principal partido de la oposición está obligado a no desaprovechar la oportunidad de ondear sus propuestas para los españoles y la imagen de cohesión y de robustez. Lo propio de una formación que aspira a convencer a una mayoría de personas de que son capaces de priorizar el interés general a cualquier otro, incluidos aquellos derivados de los roces internos por desencuentros sobre el rumbo de la organización. La gente no puede depositar confianza si se erosionan estructuras partidarias y proyectos por asuntos que nos parecen menores en perspectiva con las colosales proporciones de la crisis que sacude la nación y el desgobierno de Sánchez y sus socios de la mayoría frankenstein. Castilla y León gira los goznes de un periodo con protagonismo para la soberanía nacional en el que España se juega poner fin a una etapa oscura en manos de los declarados enemigos de la Constitución. Para el primer partido de la oposición se abre una exigencia y todos sus activos, que son numerosos y probados, deben ser aprovechados. En la hoja de servicios resalta el papel de Isabel Díaz Ayuso, que el propio Fernández Mañueco ha señalado como referencia. Es lo razonable, incluso lo imprescindible. La presidenta madrileña es un fenómeno político en el haber de los populares, y a la vez un escaparate en el que los ciudadanos pueden descubrir las virtudes de las recetas liberalconservadoras. Nadie puede olvidar ni siquiera relativizar que el éxito de la inquilina de la Puerta del Sol es suyo, claro, con mérito sobresaliente, pero también del PP, su partido y a cuya disciplina, ha dicho y ha repetido, se siente plenamente vinculada. Hay en la presidenta de la Comunidad un espíritu de libertad y de rebeldía contra el poder socialista comunista que quiere ser y ejercer como absoluto que ennoblece la función política y que es savia también para un partido de estado y de gobierno que no se resigna. En la entrevista que hoy publica LA RAZÓN, Díaz Ayuso pondera el valor de la unidad en el PP ante los dos próximos años que vaticina como claves para la nación. Poner fin al gobierno de Pedro Sánchez exige de esa concordia a la que conduce el buen juicio y la responsabilidad.