Rusia

Empresarios y oligarcas

Es verdad que en Rusia la proporción de empresarios oligarcas es bastante superior que en Occidente

Durante los últimos días se ha generalizado el uso del término «oligarca» para referirnos a los multimillonarios rusos afines al régimen de Putin. De hecho, tales oligarcas han sido objeto de sanciones extraordinarias por parte de Occidente como forma de castigar adicionalmente al entorno del presidente de Rusia. Algunas personas de la extrema izquierda patria, sin embargo, cuestionan el uso del término «oligarca» para referirnos a los ricos rusos. ¿Por qué a ellos los tildamos despectivamente de oligarcas y, en cambio, a los ricos europeos o estadounidenses los revestimos con los ropajes de «empresarios», «emprendedores» o «capitalistas»? ¿Se trata de una diferenciación improcedente, propia de la propaganda de tiempos de guerra? ¿O en cambio es una distinción que sí exhibe razones más de fondo? Ciertamente, en tiempos de guerra todos deberíamos ser especialmente cautos con la propaganda bélica: es habitual que las faltas o incluso los crímenes que denunciamos fuera sean cometidos y disculpados dentro. Nosotros y nuestros líderes son los «buenos» y los otros y sus líderes son los «malos». De ahí que podría darse perfectamente el caso de que la distinción oligarca-empresario solo responda a la propaganda típica de una guerra. Pero no: de hecho, el término oligarca, con el que se designa a muchos multimillonarios rusos, se acuñó en los 90, incluso antes de que Putin llegara al poder. ¿A qué nos referimos con oligarcas? Pues esencialmente queremos designar con ese término a todas las personas que se han enriquecido en Rusia gracias a sus conexiones políticas con el Kremlin y que mantienen un trato cercano con él. Básicamente, personas que han amasado enormes fortunas gracias a sus conexiones políticas con los distintos gobiernos rusos y, muy en especial a lo largo del siglo XXI, con Putin. El oligarca, pues, es un acaudalado empresario mercantilista que, además, utiliza activamente su fortuna para cabildear al Estado y perpetuar sus prebendas: uno que se ha enriquecido con privilegios estatales y que pugna en la arena política por perpetuarlos. En cambio, el empresario no oligarca es aquél que ha amasado su fortuna a través de relaciones voluntarias en el mercado, es decir, aquél que genera valor para el consumidor de manera competitiva con otros empresarios y sin recibir privilegios por parte del Estado. Por consiguiente, en Rusia puede haber empresarios y oligarcas al igual que en Occidente puede haber –y hay– empresarios y oligarcas. La cuestión es distinguir en cada caso entre unos y otros: sería un error presuponer que en Occidente todos los empresarios se han enriquecido sin prebendas gubernamentales y también lo sería presuponer que en Rusia todos los empresarios son oligarcas. Pero sí es verdad que en Rusia la proporción de empresarios oligarcas es bastante superior que en Occidente (especialmente que en determinados países occidentales), de ahí que la generalización no sea del todo injusta para con Rusia: allí donde la sociedad está más politizada (como en Rusia), la política lo impregna todo y es muy complicado levantar empresarialmente la cabeza sin que el poder político te la corte (si no eres un empresario afín) o sin mostrar tu afinidad y lealtad con el régimen (para evitar que te corten la cabeza o para obtener réditos parasitarios). Sólo allí donde la sociedad consigue imponerle una infranqueable frontera al poder político y, por tanto, allí donde la política no se filtra por todos los poros de la sociedad, sólo allí puede florecer la libertad de empresa en ausencia de oligarquía.